Aspectos heliocéntricos y formación de parejas por Julián Garcia Vara

Aspectos heliocéntricos y formación de parejas por Julián Garcia Vara


"Nacimos en la Tierra, no en el Sol". Este es el comentario que tengo que escuchar casi cada vez que alguien me ve trabajando con cartas heliocéntricas. Con esta simple frase pretenden dar por zanjada la cuestión de si tiene algún sentido o alguna utilidad mirar las cartas astrales que muestran las posiciones de los planetas tal como se ven desde el Sol en un momento determinado, por ejemplo en el instante en que nacimos o en cualquier otro que pueda vincularse con alguna técnica de prognosis (transitos, revoluciones, direcciones, progresiones, etc.).

Es cierto que nacimos en la Tierra, aunque no en toda ella ni en su centro, sino en un lugar muy determinado de la superficie de la misma. A pesar de eso, las posiciones de los planetas en el zodíaco se calculan para el centro de la Tierra (o el baricentro) y se toman así sin más para colocarlas en cualquier carta natal. Esto no representa un problema serio, porque la diferencia entre la proyección zodiacal de un planeta calculada desde el centro de la Tierra y la calculada desde cualquier punto de su superficie es normalmente despreciable, salvo en el caso de la Luna y, sobre todo, en el de Lilith. Como el foco vacío de la órbita de la Luna (Lilith) queda bastante más cerca de la Tierra que los planetas, puede alterar su posición varios grados según se lo considere desde el centro de la Tierra o desde un punto de su superficie, sobre todo si está cerca del horizonte del lugar de observación. Por eso ha surgido una corriente de astrología topocéntrica que nos viene a decir algo parecido a la frase con la que abrí este artículo: "Nacimos en un punto de la superficie de la Tierra, no en su centro".

La diferencia entre la posición zodiacal de la Luna medida desde el centro de la Tierra y su posición medida desde un lugar de su superficie se conoce como paralaje. Rara vez supera el medio grado de arco, pero esta pequeña magnitud puede ser suficiente para que la Luna cambie de signo o de casa. Además, medio grado de diferencia en la posición de la Luna supone alrededor de una hora de diferencia en el cumplimiento de sus revoluciones. Una revolución lunar puede cambiar bastante con esta diferencia de tiempo, puede tener otro ascendente y la mitad de los planetas estarán en otras casas. En las direcciones de claves lentas, como las que mueven los planetas natales a razón de un grado por año, medio grado son seis meses de diferencia en el cumplimiento de un aspecto. Estas técnicas pueden servir, por tanto, para poner a prueba las dos posiciones zodiacales de la Luna, con  paralaje o sin él. No he hecho un seguimiento sistemático de estas alternativas, pero he observado varios casos en los que los resultados fueron mejores ignorando el paralaje.

En los casos en que un sistema estrictamente geocéntrico da mejores resultados que uno topocéntrico se cumple que la referencia al centro de giro de un lugar supera a la referencia al propio lugar. En efecto, cualquier lugar de la superficie de la Tierra, definido por sus coordenadas geográficas, gira en torno al eje terrestre que, a su vez, pasa por el centro de la Tierra. Si a partir de una carta natal determinada la Luna sin paralaje da mejores resultados que con él, entonces la referencia al centro de giro supera a la referencia al lugar de nacimiento.

Como, por otra parte, la Tierra gira en torno al Sol, no debería asombrarnos tanto que, por lo menos en algunos casos, la referencia al Sol supere a la referencia a Tierra. Esto es exactamente lo que sucede con los resultados de las investigaciones de John Nelson a las que he aludido en varias entradas anteriores (especialmente en  Urano - Plutón, siete cuadraturas y una más y en Urano - Plutón, alta tecnología espacial). Los ángulos heliocéntricos de los planetas resultan más determinantes que los geocéntricos o topocéntricos en las perturbaciones de las transmisiones de radio de onda corta. Este es un efecto físico que se puede medir con el instrumental adecuado. Pero esta clase de efectos no forma parte del tipo de asuntos de los que se suele ocupar la astrología. Es una opinión muy generalizada entre los astrólogos que las cuestiones de las que se ocupa la astrología no se prestan a mediciones, pero creo que eso no es del todo cierto. Encontrar la manera de medir un "efecto" astrológico es, en la mayoría de los casos, muy difícil, y por eso la astrología no termina de convencer a quienes sólo se fían del método científico y sus valoraciones cuantitativas. Pero no es completamente imposible aislar algunos factores astrológicos y realizar sobre ellos ciertas mediciones que, aunque no tengan la precisión de la medida de un efecto físico, nos den, por lo menos, una idea cuantitativa aproximada de su actividad. A este respecto, mi banco de pruebas preferido es la comparación de las cartas natales de personas casadas entre sí o de parejas de larga duración. Es verdad que sobre este material no se puede medir cualquier cosa, pero tiene varias ventajas importantes sobre otros temas de estudio.

En primer lugar, se trata de una de las decisiones más importantes en la vida de las personas que la toman. Dos personas se han escogido la una a la otra como compañeros para toda la vida o, al menos, con vocación inicial de duración. Han optado por vivir "en la atmósfera del otro" y le han preferido sobre todos los demás habitantes del planeta.

En segundo lugar, se trata de un hecho bastante bien definido. En principio no parece que sea una cuestión de apreciación subjetiva decidir si dos personas están casadas o no lo están, aunque puedan estar más o menos unidas o ser más o menos felices.

En tercer lugar, tenemos algo que podemos medir con absoluta precisión: los ángulos que forman entre sí las posiciones de los planetas al cruzar las dos fechas de nacimiento. Podemos calcular cuál sería la distribución natural de estos ángulos en una muestra amplia de parejas establecidas al azar y compararla con la distribución observada en una muestra amplia de matrimonios reales.

En cuarto lugar, cualquier resultado estadísticamente significativo que pueda obtenerse a través de la comparación de las cartas natales de personas casadas entre sí reforzará la hipótesis de que estas personas fueron capaces de "reconocer" la presencia de algo ligado a las posiciones planetarias en sus respectivos nacimientos. Dicho de otra manera, si las cartas natales no condicionaran o reflejaran de alguna manera el modo de ser y actuar de las personas serían completamente irrelevantes en el proceso de elección de pareja y compararlas sería una pérdida de tiempo. Pero si esta comparación nos lleva a alguna parte es evidente que las cartas natales tienen que funcionar en alguna medida.

Siguiendo este hilo argumental, podemos mantener que si la comparación de las cartas natales heliocéntricas de personas casadas entre sí produce resultados significativos entonces es altamente probable que las cartas natales heliocéntricas funcionen.

Ya he dado en numerosas entradas de este blog bastante información sobre los aspectos encontrados al cruzar las cartas natalesgeocéntricas de 2823 matrimonios procedentes de los ficheros de Michel Gauquelin y he explicado también los procedimientos de análisis [* v. Apéndice 1]. Ahora voy a dar alguna información sobre los aspectos hallados al cruzar las cartas natales heliocéntricas de esas mismas parejas.

Vamos a considerar aquí únicamente los armónicos 1 y 2, que son los que se necesitan para registrar conjunciones oposiciones. Los resultados se muestran de acuerdo con las convenciones definidas en este gráfico de intervalos armónicos:

Intervalos armónicos
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Armónico 1 (Conjunciones, orbe 13º 20')

Comenzaremos con las conjunciones de Saturno del hombre con Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y el propio Saturno de la mujer en el primer armónico.
En el contexto de esta investigación el orbe considerado para una conjunción es de 13º 20'. Las bandas anaranjadas del gráfico muestran los porcentajes de desviación de los datos observados respecto de las frecuencias esperadas sin tener en cuenta la posición relativa de los planetas. No son desviaciones importantes, pero la mayor parte de ellas son negativas. Esto nos indica que los planetas heliocéntricos de la mujer y Saturno heliocéntrico del hombre muestran una leve tendencia a evitarse.

Pero si consideramos por separado las conjunciones en las que Saturno del hombre se sitúa en la zona de 13º 20' que preceden a la posición del planeta de la mujer (bandas azules en el gráfico) y las conjunciones en las que Saturno del hombre se encuentra en los 13º 20' que van después del planeta de la mujer (bandas rojas), entonces las desviaciones son mayores y más expresivas. En principio esto es algo normal, porque dividir los datos en dos categorías tiene un efecto parecido a reducir el tamaño de la muestra a la mitad. Cuanto más pequeña es una muestra más margen tiene el azar para provocar desviaciones caprichosas. Dicho de otra manera, la magnitud media de la desviación respecto de los valores esperados suele ser inversamente proporcional al tamaño de la muestra.

El principal interés de dividir los datos de esta manera es que nos permite localizar las conjunciones enantiodrómicas. La palabra 'enantiodrómico' significa "que corre en sentido contrario". Una conjunción entre dos planetas es enantiodrómica si tiene efectos contrarios según el orden de los factores. En el gráfico mostrado más arriba tenemos tres candidatos: Saturno/Mercurio, Saturno/Marte y Saturno/Saturno. De momento son sólo candidatos, porque la casualidad dispone a veces así las cosas, pero si en otras muestras sucediera lo mismo podríamos asumir con menos riesgo que se trata de conjunciones realmente enantiodrómicas.

Cuando las dos desviaciones opuestas que conforman una conjunción enantiodrómica tienen valores semejantes, al sumarlas con signo se cancelan mutuamente y dan la falsa impresión de que el aspecto es inactivo. En el caso de Saturno del hombre con Marte de la mujer el aspecto parece inactivo si desestimamos el orden de los factores, pero si lo tenemos en cuenta vemos que este aspecto puede ser el que más atracción provoca (si Marte de la mujer va hacia Saturno del hombre, según su movimiento natural en el zodíaco) o uno de los que provoca más rechazo (si Saturno del hombre va hacia Marte de la mujer, según el sentido de su movimiento natural en el zodiaco).

El mismo gráfico nos muestra que Saturno del hombre no sólo parece enfriar la relación cuando se dirige a Marte de la mujer, sino también cuando se dirige a (se sitúa antes de) Mercurio, Venus, la Tierra y, en menor medida, Júpiter de la mujer. Solo el propio Saturno de la mujer parece acoger bien a Saturno del hombre cuando este último va primero, pero tenemos problemas otra vez cuando va después.

Tomando como referencia Saturno de la mujer en relación con los seis planetas heliocéntricos más próximos al Sol tenemos el siguiente panorama:

El aspecto visual de este gráfico recuerda bastante al del gráfico anterior, con las bandas azules de todos los planetas en el lado izquierdo, excepto la de Saturno, pero aquí estamos ante algo diferente. Las bandas azules también aquí representan al planeta del hombre situado antes que el planeta de la mujer, pero ahora el planeta del hombre es uno diferente en cada caso y el de la mujer es siempre Saturno. Lo que tenemos, pues, es que cualquier planeta del hombre situado antes que Saturno de la mujer dificulta la relación, a menos que se trate del propio Saturno del hombre.
Debemos destacar que aquí las desviaciones son, en general, mayores que las registradas en el primer gráfico. Si allí la desviación más importante era de 13 puntos (Marte de la mujer / Saturno del hombre, en ese orden) aquí tenemos cuatro combinaciones con desviaciones entre los 16 y los 25 puntos. Concretamente la conjunción Venus del hombre / Saturno de la mujer -en ese orden- se presenta un 25 por ciento menos de lo que sería normal. Por el contrario, Saturno de la mujer / Venus del hombre -en ese orden- supera las expectativas en un 18 por ciento. Las dos desviaciones mayores se dan en la misma combinación de planetas, pero en direcciones opuestas. Aparentemente estamos ante una conjunción enantiodrómica en toda regla muy activa, que hubiera pasado desapercibida de no haber observado la diferencia en el orden de los factores.

Para hacernos una idea más precisa de la importancia de las desviaciones que acabamos de comentar es conveniente situarlas en el contexto general de todas las combinaciones planetarias. La siguiente tabla recoge los porcentajes de desviación respecto de los valores esperados para cada una de todas las conjunciones posibles entre los seis planetas considerados:

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Los números en cursiva representan contactos en los que el planeta del hombre va primero, los números en formato normal representan contactos en los que el planeta de la mujer va primero y los números en negrita representan contactos en los que el orden de los factores no se ha tenido en cuenta. Las desviaciones positivas por encima de los 15 puntos están destacadas sobre un fondo de alguna tonalidad amarilla. Las desviaciones negativas por encima de 15 puntos se destacan sobre un fondo de tonalidad rojiza.
De aquí en adelante usaré la expresión 'conjunciones orientadas' para referirme a los contactos en los que el orden de los factores se toma en cuenta. La tabla registra un total de 72 conjunciones orientadas, de las cuales solamente doce (la sexta parte) tienen valores por encima de los 15 puntos. Cuatro de esas doce (un tercio del total) caen en la columna de Saturno de la mujer. Dos de esas cuatro son positivas y corresponden a contactos en los que Saturno de la mujer va antes que el planeta del hombre; las otras dos son negativas y corresponden a contactos en los que Saturno de la mujer va después que el planeta del hombre. Además, dos de esas cuatro son combinaciones de Saturno de la mujer con Venus del hombre.
Venus del hombre también participa en cuatro conjunciones orientadas con desviaciones por encima de los 15 puntos, tres de las cuales están incluso por encima de 20. También aquí hay dos desviaciones positivas correspondientes a contactos en los que el planeta de la mujer va antes que Venus del hombre, y dos desviaciones negativas correspondientes a contactos en los que Venus del hombre va antes que el planeta de la mujer.
Otro planeta que se destaca es la Tierra. Observamos que siempre que un planeta cualquiera de la mujer que no sea la propia Tierra se sitúa antes que la Tierra del hombre la frecuencia de matrimonios se eleva y en tres ocasiones lo hace por encima de los 15 puntos. Si el planeta de la mujer es Marte la desviación supera los 25 puntos, que es la desviación positiva más alta de toda la tabla.
El comportamiento de la Tierra de la mujer es bastante diferente y, en términos generales, tiende a ser opuesto al de la Tierra del hombre. Si la Tierra del hombre se destaca por ser el planeta que acumula el mayor número de contactos con planetas de la mujer, la Tierra de la mujer se distingue por todo lo contrario: es junto con Saturno uno de los planetas que menos contactos hace con los planetas del hombre. 
El siguiente gráfico de porcentajes acumulados (con signo) muestra esto con toda claridad:
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Los histogramas correspondientes a cada uno de los seis planetas por separado se ofrecen todos juntos en el Apéndice 2, al final de este artículo, para facilitar una inspección ágil de todo el material. Una vez comprendida la forma en que se representa la información, lo mejor es dejar que los gráficos hablen por sí solos. 
En términos generales y con las excepciones que se observan en los gráficos pertinentes podemos observar que Marte del hombre y los planetas de la mujer tienden a evitarse, a menos que el planeta de la mujer sea el propio Marte. Por el contrario, Marte de la mujer y los planetas del hombre tienden más bien a buscarse. Los contactos de Mercurio, ya sea del hombre o de la mujer, tienden casi siempre a facilitar la relación.
Armónico 2 (Conjunciones y oposiciones, orbe 6º 40')
El armónico 2 no es independiente del armónico 1, ya que aproximadamente la mitad de las conjunciones incluidas en los intervalos del primer armónico se contabilizan de nuevo en los intervalos del segundo. Se diferencia del primer armónico en que el orbe de las conjunciones que contempla se reduce a la mitad, quedando así eliminadas todas las conjunciones de orbe amplio (entre 6º 40' y 13º 20') y conservando únicamente las más estrechas (entre 0º 0' y 6º 40'). A cambio de las conjunciones desestimadas incorpora oposiciones de orbe estrecho (también entre 0º 0' y 6º 40'). En realidad, desde el interior del armónico 2 las oposiciones del primer armónico son también conjunciones y eso es lo único que estamos midiendo aquí: las conjunciones del segundo armónico. Pero una conjunción del segundo armónico puede proceder tanto de una conjunción como de una oposición del primero.
Todas las oposiciones de orbe estrecho de una carta natal se muestran como conjunciones en el segundo armónico de esa carta. Dado que el Ascendente y el Descendente de cualquier carta natal están siempre en oposición exacta, ambos se funden en una conjunción exacta en el segundo armónico. En el esquema convencional de interpretación de cartas natales usado por la mayoría de los astrólogos estos puntos son las cúspides de la casa 1, que representa al YO, y la casa 7, que representa al TÚ, al otro, al cónyuge, a los asuntos relacionados con el matrimonio, entre otras cosas. Por tanto, podemos ver el segundo armónico como el lugar de encuentro entre el TÚ y el YO, que sería un caso particular del significado más general de este armónico, a saber, el lugar de encuentro de todos los opuestos. Digo esto como simple curiosidad que podrá ser apreciada por cualquier persona acostumbrada a tratar con la astrología, que supongo que son la mayoría de los que me leen. Pero si esto no tiene sentido para usted puede dejarlo de lado tranquilamente, ya que no forma parte de la investigación en sí. Concentrémos en los datos y en los procedimientos para procesarlos.
¿Cómo podemos saber si la posición de un planeta en el momento del nacimiento de una persona influye, condiciona, determina o interviene de alguna manera en su proceso posterior de elección de pareja? Antes de responder a esta pregunta imaginemos la siguiente situación:
Voy caminando en línea recta por el centro de una amplia avenida y muchas personas que no conozco pasan cerca de mí a uno y otro lado, en cualquier dirección. Los miro distraidamente y sigo mi camino sin alterar la trayectoria. De repente una persona a la que sí conozco y aprecio mucho y de la que no tenía noticias desde hacía tiempo hace su aparición a lo lejos, acercándose hacia mí por el lado derecho, pero sin dar síntomas de haberme visto. Entonces desvío mi trayectoria hacia la derecha para salirle al encuentro. Nos saludamos efusivamente, pero ambos tenemos cosas urgentes que hacer, así que quedamos en vernos más tarde y continuamos nuestro camino cada uno por su lado. Regreso al centro de la avenida y camino de nuevo en línea recta. Un poco más adelante veo que se acerca también por la derecha otra persona a la que conozco y que tampoco parece haberme visto, pero esta vez se trata de alguien que supone algún tipo de amenaza para mí, de modo que sería mejor evitar el encuentro. Entonces desvío mi trayectoria hacia la izquierda para alejarme de su campo de visión tanto como sea posible y dejar que pase de largo.
Podemos entonces decir que hay tres tipos de personas:
  1. Las que no provocan ningún cambio en mi conducta, no me afectan, no alteran mi trayectoria
  2. Las que me hacen desviar mi trayectoria para salirles al encuentro
  3. Las que me hacen desviar mi trayectoria para evitarlas
En nuestro estudio estadístico, la trayectoria en línea recta son los valores esperados, es decir, la frecuencia con que deberiamos encontrar una conjunción dada en el supuesto de que las posiciones de los planetas en el nacimiento de las personas no jueguen ningún papel en sus procesos de elección de pareja. En ese caso, un planeta natal de otra persona en conjunción con uno de mis planetas natales sería como una persona de tipo 1. Más concretamente, las personas de tipo 1 serían las desviaciones pequeñas respecto de los valores esperados. La tesis de los escépticos en relación con la astrología es que sólo existen personas de tipo 1.
Las personas de tipo 2 serían las desviaciones positivas significativas. Las personas de tipo 3 serían las desviaciones negativas significativas. Como la trayectoria puede alterarse de cualquiera de las dos maneras, por atracción o por repulsión, la suma de ambos tipos de efectos nos da una medida de la actividad de un planeta en relación con los demás, su relevancia respecto del asunto estudiado. Pero esta suma debe efectuarse sin signo. Una desviación positiva de +15 y otra negativa de - 10 suman 5 con signo, pero suman 25 sin signo. Aquí 25 es la suma de las alteraciones de la trayectoria.
El siguiente gráfico nos muestra esta suma de desviaciones sin signo para cada uno de los planetas de la mujer en contacto con todos los demás planetas del hombre en el segundo armónico:

Hay dos cosas que destacan en este gráfico. La primera es que, salvo en el caso de Mercurio de la mujer, las bandas azules de todos los demás planetas son considerablemente mayores que las rojas. Esto quiere decir que los contactos de los planetas de la mujer con los planetas del hombre situados antes del punto de aspecto exacto son bastante más determinantes que los contactos en que el planeta del hombre va después de ese punto.
Se aprecia también en este gráfico que el planeta de la mujer que se muestra como más decisivo es Saturno, pero sólo cuando el planeta del hombre va antes, es decir, cuando el planeta del hombre por su movimiento natural en el zodiaco se dirige hacia el punto de aspecto con Saturno de la mujer. Lo que este gráfico no nos dice es si la relevancia de Saturno de la mujer se debe más a su poder de atracción o a su poder de repulsión, ni tampoco si afecta por igual a cualquier planeta o sólo a algunos. Para saber eso debemos consultar el gráfico de Saturno de la mujer:
En este gráfico, Mercurio del hombre en relación con Saturno de la mujer sería un claro ejemplo de "persona de tipo 1" que ni apoya ni estorba. Pero Venus del hombre situado antes que Saturno de la mujer exhibe una desviación negativa muy importante. Alcanza nada menos que 35 puntos, un valor que está muy por encima de los observados en cualquier otra combinación tanto de este armónico 2 como del 1, tanto con los planetas heliocéntricos que estamos considerando aquí como con los geocéntricos que examinamos hace tiempo. Esto quiere decir que la frecuencia de matrimonios disminuye un 35 por ciento entre las personas que tienen sus planetas natales heliocéntricos dispuestos de esta manera: Venus del hombre en los 6º40' que preceden al punto de conjunción u oposición con Saturno de la mujer.
Como dije más arriba, el armónico 2 no es independiente del armónico 1 y, en efecto, ya en el armónico 1 habíamos encontrado que esta misma combinación reducía los matrimonios en un 25 por ciento, pero en el armónico 2 se eleva hasta el 35. Si en lugar de las posiciones heliocéntricas de estos dos planetas tomamos sus posiciones geocéntricas el resultado es una reducción en la frecuencia de los matrimonios por debajo del 4 por ciento en el armónico 1 y del 5 por ciento en el armónico 2. Por consiguiente, este contacto es mucho más determinante en su versión heliocéntrica.
Saturno heliocéntrico de la mujer también tiende a evitar a Júpiter y a Marte del hombre.
Veamos ahora la suma de porcentajes de desviación sin signo para cada planeta del hombre:
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Comentario por Carlos Lever Gomez el diciembre 4, 2013 a las 10:22pm

Gracias Excelente.... Bendiciones 

Comentario por Joana soler el diciembre 3, 2013 a las 6:27pm

cada dia te luces mas! como ese comentario que nacimos en la tierra , pero el que es un sol, sigue siendolo!!

Comentario por Tana Rosa el diciembre 3, 2013 a las 10:56am

Gracias por compartir este trabajo de investigación tan interesante y por exponerlo de manera tan didáctica, para que podamos entenderlo todos. 

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