EL CRISTIANISMO: LA ESTRELLA DEL MESÍAS, DEMETRIO SANTOS SANTOS 1º PARTE

DEMETRIO  SANTOS SANTOS

 

1. EL CRISTIANISMO: LA ESTRELLA DEL MESÍAS

1. Los conocimientos astrológicos fueron asimilados por el cristianismo, el cual presenta consecuentemente una amplia base astrológica, unas veces en forma científica y otras en la de mitos paganos transferidos que encierran importantes enseñanzas.

Y para demostrarlo solamente tenemos que leer el nacimiento de Jesucristo, íntimamente ligado y sostenido por conocimientos astrológicos, como si con ello tratase de avalarse dicha ciencia. Veamos los textos:

Nacido, pues, Jesús, en Belén de Judá, en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos Magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.» Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén, y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: «En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta» 1•

Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, les interrogó cuidadosa mente sobre el tiempo de la aparición de la estrella, y enviándolos a Belén, les dijo: «Id a informaros sobre ese niño y, cuando lo halléis, comunicádmelo para que vaya yo también a adorarlo.» Después de oír al rey se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía hasta que, llegada encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y entrados en la casa, vieron a María, su madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino

 

1 Mateo, 2.1 Ss.

2 Mateo, 2.7 ss.

 

Viéndose burlado de los magos, se irritó (Herodes) sobremanera, y mandó matar a todos los niños que había en Belén y sus términos de dos años para abajo, según el tiempo que, con diligencia, había inquirido de los magos .

Por otro lado, el texto de San Lucas aporta datos complementarios al de San Mateo:

Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió un edicto de César Augusto para que se empadronase a todo el mundo. Fue este empadronamiento primero que el del gobernador de Siria Cirino. E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. José subió a Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí, se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón. Había en la región unos pastores que moraban en el campo y estaban velando las vigilias de la noche sobre su rebaño. Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz, y quedaron sobrecogidos de temor. Dfjoles el ángel: «No temáis, os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo: Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Así que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros: «Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado... »

María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón ‘

San Mateo escribió en arameo su evangelio, siendo posteriormente traducido al griego por un desconocido autor. San Lucas utilizó para su composición textos arameos y hebreos anteriores, siendo él el traductor en parte, y procurando limar asperezas y adaptar aquéllos a la mentalidad griega. En ambos casos, la traducción comporta una pérdida de información y ciertos errores difíciles de evitar, y que han de tenerse en cuenta si queremos llegar al hecho original.

La composición de los textos originales, por otra parte, es probable que sea el de San Mateo después del año 70 y el de San Lucas entre los años 70 y 80 Supuesto el año 28 ó 30 como el de la Crucifixión, supone un lapso de 40 ó 50 años, conservándose memoria de los hechos por testigos oculares la Crucifixión, pero no el nacimiento de Jesús, lo que implica otras fuentes de error en la transmisión de los datos.

2. En el pasado siglo, y aun en el actual por determinados autores influidos por las mismas ideas, se intentó explicar el relato de la estrella del Mesías aludiendo a una mentalidad mágica que trata de hallar la conexión, errónea según dichos autores, entre los signos del firmamento y los acontecimientos terrenos.

Mateo, 2.32.

Lucas, 2.1 Ss.

Günter Schiwy, Iniciación al Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas). Sfgueme, Salamanca, 1969, pág. 18.

 

Otros, tratando de soslayar la astrología por no querer implicarse en ciencia tan desacreditada, interpretaron la estrella como una luz mística, como una especie de iluminación espiritual que únicamente llegaba a los magos visionarios, especialmente llamados por la luz divina. Pero es fácil ver que la misma referencia del evangelio al viaje de «unos magos o astrólogos» indica obviamente algo relacionado con esta ciencia, pues era profesión de los mismos la observación de los cuerpos celestes en su relación con acontecimientos humanos.

Con la actual revalorización de la astrología podemos librarnos de prejuicios e intentar una aplicación de sus reglas al texto evangélico, viendo si dicha conclusión es coherente con el resto de los testimonios históricos. Pocos astrólogos hay que no se hayan sen tido tentados al estudio del posible horóscopo de Jesús por tratarse, aunque solamente sea desde el punto de vista humano, de una figura extraordinaria, y desde Kepler a Allan Leo son numerosos los que lo intentaron. Pero no solamente «a posteriori», Sino que mucho antes de su nacimiento, y por tratarse de una Gran Conjunción, rostro celeste de máxima infrecuencia, hubo importantes estudios: baste recordar la profecía de Balaam y todas las que hasta nosotros han llegado referentes a este mismo hecho.

En el texto evangélico, la palabra latina «stelia» o sus equivalentes en otros idiomas antiguos indican indistintamente estrella, constelación, grupo de estrellas, planeta o grupo de planetas, co meta, nova, llama celeste, etc.; por ejemplo, en el versículo dci Apocalipsis de San Juan:

Una mujer vestida del Sol y sobre la cabeza una corona de doce estrellas aludiendo a los Signos o constelaciones zodiacales. Por ello ha de investigarse en tal dirección, ya que, siendo tiempos plenamente históricos, no hay referencia alguna a ningún cometa o nova, elemento que, por otra parte, no entra en el horóscopo individual, como puede inducirse del Tetrabiblos ptolemaico; de aquí que hayamos de estudiar el caso con referencia a alguna Gran Conjunción.

De todos los Aspectos planetarios del horóscopo, el más importante es la Conjunción, pues reúne las cualidades o influjos de todos los demás, como veíamos en 2.9.3, por integrar en sí, por definición, todos los armónicos centrados en el planeta o corpúsculo influyente. Su número de astrodinas es también el más elevado, al mismo tiempo que se trata del Aspecto de mayor infrecuencia.

 

Kepler, De stelia nova in pede Serpentarii et qui sub ejus exortum de nouo iniit trigono igmo, lib., Acc. 1. De stelia incognita Cygni, narr. astro. II. De Jesu Christi ser, vero anno nata!ItIo novissimae sententiae Laur. Suslygae Poloni quator annos in usitata epocha desiderantit Pragat’ typis Pauli Sessii. 1606. En la pág. 49 comienza .De stella in pede Serpentarii... parte II, fechada en Franckfort, 1606.

Véase igualmente: Louis Mc Niece, Astrología, Caralt, Barcelona, 1962, págs. 175, 190; Mti,ist Der Sterne der Weise, Copenhague, 1827.

Apocalipsis, 12.1.

 

Por otra parte, la Conjunción de cualquier planeta con el Sol supone una máxima velocidad angular de dicho planeta (directa o retró grada), por lo que se añade su singularidad. De acuerdo con ello, el rostro del cielo más importante será el de una Gran Conjunción, y vemos referencia a él en Macrobio 8, y los estoicos como punto origen del Gran Año, en el que se renuevan todas las cosas. El individuo nacido bajo dicho horóscopo deberá ser extraordinario y, recíprocamente, el individuo extraordinario ha de nacer bajo dicha situación estelar; de aquí que tal individuo ha de ser punto de referencia en la Humanidad que viva en este período del Gran Año.

Por la misma razón será la agrupación o rostro más sencillo de interpretar: sabido es, por quienes lo practican, la dificultad que entraña la interpretación de Aspectos menores en la práctica astro lógica o la de aquellos horóscopos que carecen de Aspectos exactos; entonces el individuo es poco definido y la predicción e interpre tación muy difícil. En cambio, en una Conjunción todos los datos de cada planeta que interviene se suman, ya que cada uno posee todos sus armónicos en dicho punto. Es parecido a la predicción meteorológica: si conociéramos los datos completos para un punto de la Tierra podríamos hacer una predicción exacta, y es lo que nos ocurre en el caso de la Conjunción.

Dada la posibilidad de calcular la fecha de la Gran Conjunción y la sencillez de su estudio, han debido ser muchos los astrólogos que se dedicaran al tema, y de aquí la abundancia de profecías a ella relativas.

No tenemos noticias actualmente sobre este tema que se remonten a tiempo anterior a Balaam y su profecía sobre la estrella mesiánica, aunque algún autor atribuye a Abraham, oriundo de Ur de Caldea y embebido en la ciencia astrológica de la época, por tanto, un profundo conocimiento de la ciencia sumeria . Balaam, en cambio, hace mención ya de la estrella 10, y éste provenía de Pethor, junto al Eúfrates; dado el texto del Libro de los Números, el dato podría fecharse de — 1100 y sabemos ciertamente que la astrología es bien conocida en la región desde tiempo muy anterior j.

Aunque de tradición más tardía (apócrifos evangélicos) tenemos noticias sobre la profecía de la estrella o Gran Conjunción prove nientes de fuentes no judías:

Y sucedió que, habiendo nacido el Señor en Belén de Judá, durante el reinado de Herodes, vinieron a Jerusalén unos magos, según la predicción de Zaradust 12

 

8  Macrobio, Comentario al sueño de Escipión, de Cicerón, 2.11.

9  M. Wemyss, The wheel of uf e, L. N. Fowier, Londres.

10 Números, 24.17.

11 De hacia el —2000 es La iluminación de Bel, una de las obras más antiguas.

I2 Evangelios apócrifos. Evangelio árabe de la infancia, 7.

No es ésta la única referencia a un Mesías, ya que ésta parece haber sido formulada con anterioridad a Zoroastro, y en el siglo I, los asirio-babilónicos, incorporados entonces al imperio parto y ganados por la influencia mazdeísta, también presagiaban la llegada de un Mesías 13; los textos cuneiformes confirman la expectación de dicha figura que había de nacer en el Occidente de Babilonia, 14, La referencia anterior es interesante, pues Zoroastro (Zaradust) es contemporáneo de los profetas hebreos 15, tales como Jeremías (profecía en 626-609) y Nahum (663-612), viviendo en la época de esplendor astrológico de esta región mesopotámica, y todos los sabios del mundo acudían a beber en fuentes de sabiduría babiló nicas. Los judíos tenían noticias de la Gran Conjunción a través de sus propios sabios y de su propia literatura, y, dado que nuestras noticias al respecto provienen mayormente de textos bíblicos, ello condujo a pensar que fueran solamente los judíos quienes se preocuparon de dichos estudios, cosa lógica, por otra parte, al referirse a este pueblo. Pero es más probable que fueran los babilonios, o sus antecesores sumerios, quienes desarrollaron, junto con la ciencia astrológica, la profecía sobre la estrella: es de advertir que la época del profetismo hebreo coincide con la de la cautividad, y la importancia de sus profetas va decayendo a medida que éstos se apartan de Babilonia en tiempos posteriores; Zoroastro había reagrupado probablemente conocimientos astrológicos anteriores, que dio origen probablemente al nacimiento de la tradición judía de una conexión de sus doctrinas con la de la estrella.

Hay también predicciones de la misma clase de fuentes extra- judías, como la de la Sibila de Cumas 16, y otras, aunque cristianas, que apuntan en la dirección de Babilonia también. Dicen los magos, según fuente de los Apócrifos:

Nuestros antepasados nos han legado un testimonio escrito de ello que ha sido guardado con todo secreto y sellado. Ninguna nación fuera de la nuestra tiene noticia directa ni indirecta de él... sólo nosotros poseemos un testimonio escrito...

hemos visto la estrella del rey de los judíos y hemos venido a adorarlo, pues así está escrito en los libros antiguos acerca de la señal de la estrella, que cuando apareciere este astro, nacerá el rey eterno 17

Vosotros poseéis las antiguas escrituras de los profetas de Dios en las que está escrito acerca de Cristo... También nosotros poseemos escrituras de escrituras más antiguas que se refieren a él l8

Los estudios referentes a la Gran Conjunción se habían divulgado extraordinariamente, llegando a conocimiento de la gente corriente, según vemos en el testimonio de Tácito:

 

13 J Pirenne, Historia Universal, tomo 1, 12.1. Véase también J. Ch. Pichon, El hombre y los dioses, Bruguera, Barcelona, 1970, pág. 330.

14  Virgilio, Eglogas, 4.4.10, y Eusebio, Vita Const., 5.

I5  La fecha más probable de su vida es la de —600 a —583, según parece.

16 Günter Schiwy, Iniciación al Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1969, pág. 56.

17 Evangelios apócrifos. Libar infantia Salvatoris, 90.

18 Liber infantia Salvatoris, 94.

 

Había la general persuasión, basada en la fe en las antiguas profecías, de que el Oriente iba a prevalecer y que no se tardaría en ver de salir de Judea a los que iban a regir el Universo’

lo que se ha venido atribuyendo generalmente a una difusión de las doctrinas judías, pero más probablemente fue debido a una tra dición oriental que provenía de escuelas mesopotámicas, de las que las israelitas eran solamente una muestra. Lo más probable es que hubiera cálculos efectuados por destacados astrólogos y propagados por la masa de vulgarizadores respecto a los caracteres, lugar de nacimiento y otras particularidades del individuo regido por la Gran Conjunción que se preveía. Nótese que únicamente Daniel en su profecía de las 70 semanas da una precisión cronológica sobre la aparición del Mesías, y es probablemente porque las tablas de efemérides de la época no tienen precisión a largo plazo o porque la masa de vulgarizadores carecían de tales adelantos, que solamente existirían en los centros más avanzados; el profeta, en cambio, disponía de ellas, pues había estudiado en las escuelas babilónicas importantes.

Otras predicciones, tales como la de Miqueas (—734), señalan el gobierno regional de la estrella o Gran Conjunción:

Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ciertamente la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un jefe que apacentará mi pueblo de Israel

lo que lleva consigo una gran precisión e indica la intervención de un planeta de corto período, sin el cual la exactitud dicha no es posible; pero hemos de volver sobre este tema.

La doctrina sobre la Gran Conjunción se mantiene viva entre los árabes, atribuyéndose a ésta gran importancia especialmente en asuntos religiosos; según Al-Kindi (—873) fue la Conjunción Júpiter- Saturno del 29-30 de marzo de 571 la que dio lugar al nacimiento de Mahoma

3. Vamos a analizar los hechos desde el punto de vista astrológico de la ciencia del siglo I, de la que tenemos perfecto conocimiento gracias a la obra de Ptolomeo (h. 130 d. de C.), que resume la astrología anterior y sirvió de fundamento a la posterior hasta nuestros días prácticamente.

La Gran Conjunción en el sentido de reunir exactamente los siete planetas en el mismo grado zodiacal es prácticamente imposible, bien por diferencias de Longitud o Declinación no solamente durante la posible vida de la Humanidad, sino incluso de la duración del Sistema Solar. Por lo tanto, solamente podemos optimizar una Conjunción del máximo número de planetas dentro de sus respectivos orbes de influencia.

19 Tácito, Historia, 5.13. También ver Suetonio, Vita Vespas, 4.

20 Miqueas, 52.

21 Cfr. F. Llaugé, El gran libro de los horóscopos, Teister, Barcelona, 1972, pág. 66.

 

Estos orbes, en la Conjunción, son de unos 12° para el Sol y la Luna, y de unos 9° para los demás planetas, según vimos en 3.6.1. El orbe atribuido por los antiguos (caldeos, egipcios), según se deduce de Ptolomeo , es de unos 6 ó 7 grados sexagesimales, según el caso. Por otra parte, para los antiguos es importante el Signo como eón completo, y se refiere la Conjunción a la reunión de los planetas en el mismo Signo, sin referirlo a un grado u otro, ni a la separación mutua de los planetas en él.

El «stellium» o Gran Conjunción no puede estar constituido sola mente por dos o tres planetas, ya que ello acontece con relativa frecuencia (Júpiter-Saturno cada 19 años aproximadamente) y debe regir en tiempo un largo período, similar al Gran Año, para que pueda considerarse importante, por lo que no podemos considerar la simple Conjunción Júpiter-Saturno por muy singular que ésta sea: no hay duda de que las teorías y estudio de los antiguos se dirigen a la Gran Conjunción y no a una Conjunción parcial. Por otra parte, los planetas lentos (Júpiter y Saturno, en la época) rigen grandes conjuntos, y para individualizar es necesario que intervenga en la Conjunción algún planeta rápido, como el Sol, la Luna, etc.

Para establecer dicha Gran Conjunción, o al menos una aproximada a ésta, hay que empezar por formar la de los planetas más lentos considerados e ir añadiendo otros más rápidos sucesivamente, pues la agrupación de los primeros se mantiene durante largo tiempo. El núcleo Júpiter-Saturno constituye, por tanto, el elemento primario de la Gran Conjunción, y a él se irán añadiendo los planetas más rápidos en el caso que estudiamos:

Hemos visto un astro (stellium) muy grande que brillaba entre las demás estrellas y las eclipsaba, haciéndolas desaparecer .

La luz de la estrella superaba la de todos los demás, su resplandor era inefable, y su novedad hacía que, quienes la contemplaban, se quedasen mudos dé éstupor. El Sol, la Luna y otros astros formaban el coro de la estrella 24•

La noticia, por provenir de fuentes próximas al hecho, es de tener en cuenta, ya que indica al Sol y a la Luna formando parte del grupo. Y es lógico, dado que el Sol y la Luna son planetas importantes que habrá que considerar en una Gran Conjunción; lo mismo el eclipse solar que la Neomenia eran muy importantes en la antigüedad, y unidos a la Conjunción de los planetas mayores pueden resultar únicos.

El «stellium» es definido por Ptolomeo como el Aspecto más notable en una natividad:

Así, por ejemplo, el grado de su fortuna y riqueza será indicado por el grupo de planetas acompañantes de las luminarias.

22 Ptolomeo, l’etrabiblos, 2.35.

23 Protoevangelio de Santiago, 21.2.

24 S. Ignacio de Antioqufa, Epístola a los Efesios, 19 (comienzos del siglo u).

25 Ptolomeo, Tetrabiblos, 2.5.11.

26 Números, 28.11.

Si las luminarias estuviesen acompañadas, bien en el mismo Signo, o en Signos adyacentes, por benéficos, y por los planetas o estrellas de la misma tendencia que ellas mismas, es presagio de una brillante fortuna: especialmente si el Sol fuere acompañado por estrellas matutinas y la Luna por estrellas vespertinas, y dichas estrellas estuvieren asimismo bien establecidas en las dignidades anteriormente dichas . Por ejemplo, si las dos luminarias se hallaren en Signo masculino y en Angulos, o incluso si una sola de ellas estuviere en un Ángulo, estando rodeadas al mismo tiempo por un grupo compuesto de cinco planetas, el Sol por los orientales o la Luna por los occidentales, la persona que va a nacer será rey o príncipe .

La implicación del Sol viene indicada indirectamente si observamos con detenimiento el texto de San Mateo en el Evangelio:

Entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos lo adoraron y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron los dones: oro, incienso y mirra (Mt. 2.11).

Tales dones son significativos de la carga del «stellium», y la tradición cristiana los ha interpretado correctamente indicando oro como a rey, incienso como a Dios y mirra como a hombre mortal. La correlación de tales elementos con los planetas es clara astrológicamente:

oro — Sol (planeta de los reyes)

incienso — Júpiter (Zeus, dios máximo, religión)

mirra — Saturno (se ofrece a los condenados a muerte, Saturno-muerte) .

Podemos por ello concluir que el Sol entraba también en la Con junción que estamos estudiando.

Otro elemento incluido debe ser el Ascendente, pues vemos en la cita anterior de Ptolomeo que una de las luminarias al menos debe estar en un ángulo de la carta natal y el ángulo más importante es el Ascendente. Ello viene confirmado por la estadística de Gauquelin a este respecto. Lo vemos comprobado en la traducción de la frase del texto evangélico:

Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo que debe traducirse, según algunos , por:

Hemos visto su estrella en el horizonte oriental (Ascendente)

o bien por:

Hemos visto su estrella en los resplandores de la alborada

o, en definitiva, técnicamente:

 

27 Ptolomeo, Tetrahiblos, 3.5.

28 Ptolomeo, Tetrabiblos, 4.3.

29 Ver Oswald Wirth, El simbolismo astrológico, Saros, Buenos Aires, 1958, pág. 42.

30 Mateo, 2.2.

31  R. Henning. Grandes enigmas del universo, Plaza y Janés, Barcelona, 1971, pág. 160. Trad. so bre Ludwig Albretch del párrafo evangélico.

 

o, en definitiva, técnicamente:

Hemos visto su stellium en el Ascendente

ya que, por entrar el Sol mismo en el grupo, la estrella o «stellium» sale por el horizonte al mismo tiempo que el Sol. Esto mismo ex plica por qué, siendo una Conjunción extraordinaria, no hay rela ción de ella en los anales históricos profanos: en efecto, al formar el Sol parte de ella es invisible el grupo y solamente los técnicos (magos, astrólogos) pueden conocer el fenómeno, pues son los únicos capaces de interpretarlo; en ello aciertan quienes piensan en una luz espiritual, ya que solamente los magos estaban capacitados para «ver» el fenómeno.

Ciertos textos apoyan dicha idea, aunque influidos por el concepto de lo extraordinario y maravilloso más que por el hecho en sí mismo:

Brillaba entre las demás estrellas, haciéndolas desaparecer 32

La luz de la estrella superaba la de todas las demás, y su resplandor era inefable

lo cual parece referirse a una filtración entre gentes incultas de noticias técnicas referentes al hecho auténtico de la Conjuncion del Sol.

Una de las características señaladas al tiempo de aparición de la estrella, según algunos deducen de la interpretación del Salmo 71.1, es que el Mesías había de nacer en un momento de paz universal. Probablemente ello deriva de suponer que, puesto que la Oposición entre planetas indica crisis, separación, guerra y lucha, la Conjunción ha de significar lo contrario, es decir, la unificación, la paz. No está muy claro en el Salmo, a nuestro parecer, si dicha paz se refiere a la sociedad en tiempo de aparición de la estrella o bien al período que se inicia y que caracteriza al Mesías como rey pacífico, siendo ésta la característica de su reinado. Los astrólogos en general se han inclinado a considerar que la Gran Conjunción era productora de cataclismos.

4. En las proximidades del año O de la Era Cristiana existe como más cercana la Conjunción del año —7 de Júpiter y Saturno. Por el procedimiento indicado anteriormente, y puesto que la Conjunción dicha dura casi todo un año, vamos a calcular y optimizar la posición de los demás planetas hasta llegar, si es posible, a la Gran Conjunción.

De acuerdo con lo que hemos visto hasta ahora, y puesto que Júpiter-Saturno tienen posición en Piscis, haremos que el Sol se les agrupe (en Piscis del 19-II al 21-III aproximadamente) y veremos, para su posición óptima respecto a Júpiter-Saturno, la situación angular de los demás planetas.

32 Protoevangelio de Santiago, 21.2.

33 S. Ignacio de Antioqul a, op. cit., 19.

 

 

 

Calculando el movimiento y posición de los mismos por medio de los ciclos de recurrencia planetaria tenemos los datos siguientes:

 

 

Saturno                                                                  Jupiter

año 7. a.C.     1 ene.     5º 30 Piscis                   20º 09     Acuario

                      1 feb.      8º 30    “                        27º11          “      

                      1 mar.     11º48      “                      3º55        Piscis                    

                      1 abr.      15º 35    “                       11º8            “

                      1 may.     18º 52  “                        17º20

                       1 jun.      22º21   “                         22º12

                       1 jul.       22º30   “                         24º45

                       8 Jul        22º24    “           14 Jul     25º00      “   estacio   

                       1 ago.      22º8                                 22º28      “

                       1 set.       20º23  “                            21º25

                       1 oct.      18º07                                17º34      “

                      1 nov.       16º16  “                            15º14      “

                      1 dic.        15º49                                15º55       “

Año 6º a.C    1 ene.        17º01  “                             19º32     “ 

                      1 feb.         19º37                                25º37

                      1 mar.         22º53     “                           1º48     Aries

 

Tienen movimiento menor de 1’ diario:

Saturno: del 5 al 14 de julio

Júpiter: del 10 al 18 de julio

Al añadir a los anteriores la posición del Sol vemos que hay otra Conjunción del Sol y la Luna en el grado 9° del Signo de Piscis, y los planetas que entran en ella y sus posiciones son:

1 de marzo del año 7 a. C

Sol   9°       Piscis

Luna  9        »

Venus 16   »

Júpiter        3 « 55’      

Saturno    11  “48       

Los demás planetas, no incorporados a la Conjunción, son Mercurio y Marte:

Mercurio 15° 30’ Acuario (error máximo 1°)

Marte 24 30 Virgo (error máximo 6º)

Como es fácil apreciar, los planetas en Conjunción se hallan agrupados en un orbe total de unos 12° en Piscis, que entra perfec tamente en el orbe asignado al Aspecto de Conjunción y cumple igualmente la regla de estar dentro de un Signo completo. Si añadimos a esto como hora de nacimiento la del amanecer de este día, tendremos a todos los planetas (y luminarias, conforme a Ptolomeo) situados en el ángulo más importante del horóscopo:

De los ángulos, el Ascendente es de importancia primordial en ello .

Ptolomeo. Tetrabiblos, 2.4.

La Conjunción en el horizonte oriental en tales condiciones con cuerda mejor con la idea tradicional, ya que sólo en tiempo muy posterior a los hechos se fijó el nacimiento de Jesús a medianoche, en correspondencia con las celebraciones paganas del Solsticio de Invierno (11.3.5):

Esta estrella que ha nacido (quae est orta) significa que la estirpe de Dios reinará sobre la claridad del día

lo que parece aludir más al orto de la estrella que a su simple formación o Conjunción en el firmamento.

Como podemos ver, el nacido es un tipo Piscis puro física, emotiva y espiritualmente, ya que tiene en dicho Signo casi todos los planetas, junto con el Sol y la Luna, y sobre esta base vamos a estudiar sus características y doctrina.

5. Veamos si puede ser ésta la fecha de nacimiento de Jesús; como es sabido, Dionisio el Exiguo fijó el nacimiento de Jesús el 754 de la fundación de Roma, pero la fecha está comprobado que es errónea por diversas causas, y cuantos han investigado el tema la sitúan en tiempo anterior. En efecto, Herodes murió en el 750 de Roma, es decir, en la primavera del año 4 a. de C., por lo que no hubiera podido ser el protagonista del episodio de los Inocentes, hecho que parece confirmado en la vida de aquél.

Flavio Josefo indica el nacimiento en el año 5 a. de C. y Clemente de Alejandría (217 d. de C.) da la fecha del 19 de abril del año 6 a. de C.; pero es de notar posibles confusiones debido a las reformas calendáricas o a las distintas eras empleadas: así, por ejemplo, el cómputo de las olimpiadas fija el comienzo del año a primero de julio, por lo que en algunos casos lleva un error de número en el año correspondiente. Por otra parte, la fecha de la fundación de Roma tiene también sus variantes, según el caso: 747, 750-754 a. de C., siendo este último el más utilizado.

Algunos, en razón a la edad de «dos años para abajo» de la matanza de los Inocentes, dan el año 6 como fecha de nacimiento . Otros piensan que éste es el límite posterior, siendo el año 8 el límite inferior, fijando dichos límites el edicto de empadronamiento y la muerte de Herodes y suponiendo el año 5 para la llegada de los Magos. Bougaud se decide por el año 7, tomando como base el censo mencionado por San Lucas. Este censo aparece suficientemente explícito en el Monumentum Ancyranum:

En mi sexto consulado (28 a. C.) he emprendido con mi colega Marco Agripa un censo general de impuestos.

 

35 Liber infantia Salvatoris, 94.

36 Hans Jürgen Schultz, Jesús en su tiempo, Sígueme, Salamanca, s. 1.

37 Günter Schiwy, Iniciación al Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1969, pág. 56. J. Marx, Compendio de historia de la Iglesia, Barcelona, 1944.

38 Mons. Bougaud, El cristianismo y los tiempos presentes, Editorial Litúrgica Española, Barcelona, 1927.

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Este censo popular, el primero que se hacía desde hace 40 años, dio por resultado 4.063.000 ciudadanos romanos. El último censo que organicé con el poder consular, bajo el consulado de Cayo Censo rino y de Cayo Asinio (8 a. C.), dio por resultado 4.233.000 ciudadanos romanos. El tercer censo que organicé con el poder consular, bajo el consulado de Sexto Pompeyo y de Sexto Apuleyo (13 d. de C.), con la ayuda de mi hijo Tiberio César, dio por resultado 2.937.000 ciudadanos romanos 39.

El año ‘—7 se ajusta con exactitud a la noticia del censo, ya que, si el edicto se dio en el año —8, era necesario algún tiempo para que llegara a todos los rincones del Imperio, debido al retraso en las comunicaciones y publicación; en condiciones similares, el edicto de Nabucodonosor, referido en el Libro de Ester 40, da un margen de un año para su conocimiento y cumplimiento, entre la India y Egipto; el Imperio Romano no era de menor extensión y las comunicaciones no habían variado mucho. La posta romana, utilizando sus calzadas, era rápida (hasta 80 Km. por día); el viaje por mar, más directo, llevaba menos tiempo durante la época nave gable (un mes de Roma a Alejandría), pero en invierno no se hacían viajes por mar generalmente debido a la inseguridad de los mismos Por todo ello podemos suponer un margen de un año para conocimiento y cumplimiento del edicto del censo. Los romanos, por otra parte, como buenos políticos, respetaban las costumbres locales 42, y el censo de Israel es natural que se hiciera en prima vera, según su costumbre, con lo que llegamos a la fecha del pri mero de marzo del año 7 a. de C.

Otros datos pueden venir a confirmar esta fecha:

El evangelio dice claramente que Jesús fue concebido seis meses después de Juan el Bautista, de lo cual se deduce que debió nacer 15 meses después de la visión de Zacarías en el templo. Pero es imposible precisar la época en que tuvo lugar esta visión. Los que la han colocado el 23 de septiembre, fiesta de la Expiación, porque éste era el único día en que el Gran Sacerdote entraba en el Santo de los Santos, olvidan que, según San Lucas, Zacarías fue un simple sacerdote, y que vio al ángel, no en el Santo de los Santos, sino en el Santo, junto al altar de los perfumes. Otros, buscando según el calendario judío y el orden de las clases sacerdotales, los días que la clase de Abía cumplía sus funciones, han afirmado que su primera semana caía a mediados de Casleu (noviembre-diciembre) y la segunda a mediados de Siván (mayo-junio). Siendo esto así, Jesús habría nacido en marzo o setiembre, según que Juan hubiese sido concebido en diciembre o junio. Las razones que se aducen.., a la de los rebaños, que pasan la noche al aire libre, y a la del empadronamiento, que debió hacerse en primavera, no son muy poderosas: aún hoy, los árabes, después de las lluvias de diciembre, es decir, hacia finales de mes, abandonan sus moradas y bajan a la llanura con sus rebaños .

 

39 Walter Goetz, Historia universal, tomo I Espasa.Calpe, Madrid, 1933, pág. 433.

40 Ester, 3.12.

41 Historiadores de la Historia Augusta. Herodiano, Vida de He1iogába1o

42 Biblia del Pontificio Instituto Bíblico, tomo II pág. 90, Muntaner y Simón, Barcelona, 1962.

43 Mons. Le Camus, Los origenes del cristianismo, H. de Juan Gui, Barcelona, 1909. tomo III, página 212.

 

La fecha del primero de marzo concuerda con el clima que la primera generación cristiana atribuía al tiempo de nacimiento (in vierno, frío); por ello, la fecha se deslizó a las noches sagradas, entre el 25 de diciembre y el 6 de enero (incluso hasta el 10), en lá tradicion oriental. El evangelio de San Lucas contradice esto al referirse a los rebaños y pastores guardándolos al aire libre. No obstante, ambas cosas concuerdan, ya que el ganado salía al campo, según el Talmud, en marzo, invierno aún con ráfagas de frío, aunque en dichas latitudes ya con temperaturas benignas. De aquí también que otros coetáneos de Clemente de Alejandría indiquen como fecha de nacimiento anual la del 20 de abril o la del 20 de mayo incluso .

6. La astrología de la época tiene dos escuelas principales, según Ptolomeo: la egipcia, a la que él pertenece (Escuela de Alejandría), y la caldea. Aunque el tiempo de esplendor de la cultura babilónica ya ha pasado, es de suponer una amplia difusión de la misma y la existencia de grupos o escuelas similares a las monásticas medievales europeas donde se conservaban textos y conocimientos anteriores. El sumerio fue comprensible incluso a los ilustrados de esta época, y sin duda abundaban los manuscritos y textos, restos de las bibliotecas, como la de Asurbanipal, de los que Ptolomeo debió hacer uso para su obra astrológica.

A los astrólogos de dichas escuelas es a los que sin duda se refiere el evangelio cuando nos dice que «llegaron del Oriente unos Magos». La cultura oriental, la astrología, al mismo tiempo que dejaba de ser ciencia oficial y se iba perdiendo, se hacía también más abstracta y alambicada, como es regla de toda cultura, y a estas escuelas de «astrología psicológica» debían pertenecer los magos que fueron a buscar al niño. Estos, por tanto, según opinión de Orígenes (185-253), eran idólatras, es decir, simples científicos sin conexión con la religión judaica, aunque otros opinan que, aun siendo magos, pertenecerían a la diáspora de población judía en Babilonia.

¿Por qué se dirigieron a Jerusalén? Analicemos el problema astrológicamente: para localizar el punto de la superficie terrestre gobernado por determinado Aspecto es necesario saber la hora exacta en que dicho Aspecto se perfecciona o forma como consecuencia del movimiento mutuo de los planetas. Para conocer el instante exacto en nuestro caso (Conjunción) hemos de optimizar el grupo o «stellium»; en este caso es de suponer que el elemento determinante ha sido la Conjunción Sol-Luna. En dicho instante, el meridiano o conjunto de puntos terrestres desde donde se ve salir por el horizonte dicho «stellium» son aquellos sobre los que actúa la Conjunción con máxima intensidad: es decir, situamos la Con junción o grupo sobre el Ascendente por ser éste el ángulo del horóscopo más importante.

 

44 Clemente de Alejandría, Stromata, 1.21.

45 Werner Kelier, Y la Biblia tenía razón, Omega, Madrid, 1957.

 

 

Necesitamos otro dato para la ubicación exacta: el paralelo de Latitud o bien el lugar regido por el Signo Ascendente o el planeta de mayor prominencia de la Conjunción. También intervienen las estrellas cenitales del lugar y sus correspondientes constelaciones, pues actúan asimismo con intensidad máxima en el momento de su salida por el Horizonte. Por ello, los Magos preguntan, dentro de tales datos, «dónde está el rey de los judíos», ya que se hallan en Judea, y ésta es regida por Piscis 46; en alguna de las localidades del entorno ha de haberse producido el nacimiento adecuado que buscan. Sobre el individuo nacido a la hora adecuada ha de recaer el horóscopo indicado por la Estrella o Gran Conjunción que ellos han calculado en sus observatorios; solamente queda, como suele ocurrir incluso en el momento actual, indagar entre los nacidos en ese día y preguntar a sus padres la hora exacta de nacimiento.

Lo anterior exige una precisión adecuada en los datos, pero mucho antes del tiempo de Ptolomeo la carta natal era suficientemente precisa 47; en efecto, ya Tales, tiempo atrás, tenía datos suficientes para predecir su famoso eclipse, seguramente porque tuvo acceso a los archivos y registros de datos babilónicos; pero ya antes del —721 era costumbre entre los caldeos enviar sacerdotes (astrólogos) a diversos puntos del Imperio con el fin de observar los eclipses cuando habían previsto uno de ellos, por carecer de suficiente precisión en los cálculos para saber en qué lugares exactos sería visible. Es casi seguro que en el siglo VI a. de C. ya tenían los caldeos conocimiento de un ciclo de eclipses apto para estas predicciones. Más tarde, el Almagesto, de Ptolomeo, nos proporciona la ubicación de las ciudades con precisión superior a los 9’ de arco y, por otra parte, los cálculos trigonométricos son conocidos al menos desde tiempos de Hiparco (130 a. de C.).

Por lo que antecede vemos que no es un caso aislado el envío de una comisión científica al lugar regido por la Gran Conjunción, en busca del niño nacido bajo su influencia. Podemos intentar reconstruir el suceso desde el punto de vista de los Magos. El «stellium» implica los planetas Luna, Venus, Sol, Júpiter y Saturno. No es fácil, en tales condiciones, optimizar el grupo, pues los rayos solares impiden ver sus componentes. Por otra parte y por dicha razón, hay que hacer cálculos de interpolación entre las observaciones de los planetas hechas antes y después de la culminación del fenómeno, cuando los planetas son visibles (algo más de un mes antes y otro después del momento exacto). Es probable que dispusieran de tablas de efemérides similares a las actuales tablas de posiciones planetarias, pero la observación directa de los astros es insustituible incluso hoy en día, y los relojes de entonces (clepsidra) no eran de fiar por completo.

46 W. Kelier se refiere a Tácito y dice que los babilonios atribuyen a Judea el 5igno de Piscis; sin embargo, Ptolomeo asigna el gobierno de Palestina a Aries y Marte. Posiblemente Piscis gobierna el grupo humano judío, pero no la región geográfica.

47 A. Barbault, De la psychanalyse 6 l’astrologie, Seuil, París, 1961, pá 159.

48 G. S. Kirk y 3. E. Rayen, Los filósofos presocrdtjcos Gredas, Madrid, 1969, pág. 120.

49 Ptolomeo, Tetrabiblos 2.3.

 

El procedimiento seguido por los Magos fue, por tanto, anotar las posiciones sucesivas de los astros en los días anteriores a la Conjunción y, más tarde, en los posteriores a la misma. Acto seguido, mediante cálculos de interpolación, se averiguó el momento de la Conjunción máxima, y con el tiempo exacto marcado se calculó el meridiano y el lugar para el que la Gran Conjunción se hallaba en el Ascendente.

¿ Cuántos días antes y después se precisan para dichas obser aciones? Cuando los planetas o estrellas están próximos al Sol únicamente pueden verse a la salida o a la puesta, según el caso. Dice Plinio en aquel tiempo:

Es necesario un intervalo al menos de tres cuartos de hora antes de la salida o después de la puesta del Sol para que sean

y el autor se refiere a todas las estrellas, pero hay que considerar que las próximas al Horizonte son ocultadas por la bruma y falseadas por la refracción (error hasta 34’ de arco), fenómeno seguramente no desconocido de los antiguos, dada la precisión de sus observaciones. Por ello, el crepúsculo astronómico se considera prolongado 2 horas antes y después de la salida y puesta del Sol, respectivamente. Dado que el movimiento solar es de 1’ por día aproximadamente, podemos suponer que una buena observación en la Latitud de Babilonia exige un margen de unos 40 días en las observaciones posteriores y algo menos en las anteriores al fenómeno.

Es decir, supuesto el primero de marzo como fecha central, las observaciones habrán durado hasta el final de enero antes de la formación del «stellium», y desde el 10 de abril en adelante, las posteriores, ello supuestas las mejores condiciones meteorológicas. Es de notar que la observación de Júpiter, Venus y Saturno son buenas en tales condiciones.

Las observaciones posteriores necesarias para la interpolación pueden haber durado una o dos semanas, y quizá otra más para hacer los cálculos e interpretación astrológica, lo que nos da un total de unos 20 días después del 10 de abril.

Pueden añadirse otras demoras, como la debida a condiciones meteorológicas adversas de observación, las debidas a la preparación del viaje, que podemos calcular por lo menos en una semana, ya que la distancia a recorrer es de unos 1.500 kilómetros y son necesarios grandes preparativos para un viaje de tal envergadura; otra posible dilación se debe a que, no siendo una caravana independiente, y por ello suficientemente numerosa, habrá tenido necesidad de esperar a unirse a otras que siguen la misma ruta, pues es la costumbre oriental con objeto de darse ayuda mutua durante el viaje.

 

50 Plinio, Historia Natural, 18.58.1.

51 R. Henning, Grandes enigmas del Universo, Plaza y Janés Barcelona, 1971, pág. 161.

 

Calculando a grosso modo podemos afirmar que no habrán partido antes del 15 de mayo, por lo que se corrobora la nota evangélica de que había visto la estrella (estellium») en Oriente, esto es, tiempo antes de emprender el viaje con toda seguridad.

7. Hemos de suponer a los Magos procedentes de las cercanías de Babilonia, acaso de la escuela de Sippar, conforme algunos creen 52, de una región próxima.

Puesto que probablemente no se trataba de una caravana importante, como hemos dicho, su viaje a Palestina habrá seguido la ruta comercial en uso, pues siendo hombres de estudio no se habrán aventurado por el desierto. Las caravanas que, partiendo de Babi lonia, se dirigían a Palestina seguían la ruta del Eúfrates por su margen izquierda hacia el Noroeste a lo largo del río, pues el viaje por el desierto era muy duro, especialmente en tiempo caluroso, como es el caso si partieron el 15 de mayo aproximadamente:

De Damasco a Bagdad rara vez se seguía una ruta directa: solamente en alguna estación excesivamente húmeda o cuando se trataba de exploradores del tipo más aguerrido; las caravanas oscilaban hacia el Norte, a la altura de... Palmira, tocando el río tan pronto como les era posible .

Las mercancías remotaban el río hasta Dura Europos, y de allí partían hacia Palmira, ya nudo importante cuando en el año 41 a. de C. fue saqueada por las legiones romanas. Desde allí enlazaban en Damasco con la Gran Ruta que conducía a Egipto y Arabia. Los Magos, en consecuencia, pueden haber seguido dos caminos: el que va desde Babilonia, por la margen izquierda del Eúfrates: Circe sium-Cenobia-Nicéfora-Thapsacus-Palmira-Damasco-Jerusalén, que es el más corto, o bien otro más largo y más al Norte, pero más co mercial y seguro , que pasa por Babilonia, margen izquierda del

Eúfrates: Circesium-Nicéfora-Edesa-Alepo-Damasco-Jerusalén. En ambos casos, aunque con alguna diferencia, la distancia recorrida es de unos 1.500 kilómetros en total.

Las caravanas hacían una jornada normal de unos 30-35 kilómetros diarios, caminando de las 3 a las 10 de la mañana y de las 4 a las 8 de la tarde, descansando a veces 3 6 4 días, según las condiciones del camino y de los caminantes En verano se procuraba evitar los viajes, y en todo caso las jornadas eran más cortas. Según Plinio y Estrabón, las caravanas que cubrían la ruta desde Elat (Golfo de Akkaba) al país de los Mineo (Jauf) tardaban 70 días. Salvando las diferencias de terreno y clima, y hecha la proporción, los Magos pueden haber hecho el viaje en unos 50-55 días .

Hay una noticia que confirma la época del año que se hizo el

52 W. Kelier, Y la Biblia tenía razón, Omega, Madrid, 1957.

53 E. Huntington, Las fuentes de la civilización, F. C. E., México, 1949, pág. 565.

54 Schniidt, Historia del comercio mundial, Labor, Madrid, 1938, pág. 14 (grabado mapa).

55Ver Diccionario Espasa. Caravanas y Magos..

 

Henning y Kelier le atribuyen una duración de mes y medio. El autor del articulo en Diccionario Espasa, de dos meses (véase Magos

viaje, indicando que la marcha debió efectuarse principalmente de noche, como corresponde a un tiempo caluroso:

Hay otra historia más santa y más venerable que atestigua que, mediante el orto de cierta estrella, se anunció no enfermedades ni muerte, sino la venida de un Dios venerable, para la gracia de la conversación con el hombre y para ventaja de las cosas mortales. Después de ver la estrella, viajando durante la noche, los más sabios de los caldeos, como hombres perfectamente adiestrados en la contemplación de las cosas celestes, indagaron, según cuentan, el nacimiento reciente de un dios y, al descubrir la majestad del niño, le rindieron los honores debidos a un dios tan grande, lo cual conocéis vosotros mejor que otros .

Se afirma el nacimiento reciente de un niño, lo que concuerda con los cálculos que venimos haciendo, e indica el interés de los Magos en localizarlo cuanto antes, puesto que en caso contrario podría cambiar de domicilio (como realmente fue el caso de Jesús) o también podría pertenecer a tribus seminómadas sin domicilio fijo, lo cual dificultaría su encuentro; contradice la teoría de otros que piensan en la llegada de los Magos dos años después fundándose en la matanza de los Inocentes. Por otra parte, cuanto más pronto logren ver a los padres, más fácilmente podrán confirmar la hora de nacimiento, dato que con toda probabilidad no figuraba en las actas de nacimiento de la época, a no ser para los grandes personajes.

Pero una nota, cuyo significado pasa desapercibido, nos da la clave del momento que llegaron a Belén:

Después de oír al rey se fueron, la estrella que habían visto en Oriente los precedía hasta que, llegando encima (en lo alto) del lugar en que estaba el niño, se detuvo

Ha prevalecido en el relato la imagen de la estrella que se paró encima del lugar habitado por el niño, dando a entender algo sobre natural y maravilloso que roza la leyenda; pero, siguiendo el tema que venimos desarrollando, tiene una explicación más lógica, y pa rece una versión errónea, por transmisión o traducción de algún texto anterior, de los hechos reales.

En efecto, la traducción de la lengua aramea al griego o al latín tropieza çon graves dificultades al no corresponderse exactamente los tiempos verbales:

El griego conoce, al igual que nosotros, determinadas formas del pretérito indefinido, pasado, presente y futuro... El hebreo es completamente distinto. Falta el presente, pero es que tampoco existen tiempos propiamente dichos. El hebreo mira únicamente el suceso y declara si ha concluido en el pasado (o ahora) o si todavía está inconcluso.

En el primer caso se utiliza el llamado perfecto; en el segundo, el imperfecto. Y ya no hay otras formas temporales

 

57 Calcidio, Comment. in Timaeum Platonis, c. 125.

58 Mateo, 1.9.

59 Hans Jürgen Schultz, Jesús en su tiempo, Sigueme, Salamanca, s. f.

 

El original arameo del texto se escribió entre los años 50-100 y el texto de San Mateo después del 70 60, La fuente de ello puede ser un relato de María, madre de Jesús, que, según San Lucas, «guardaba esto y lo meditaba en su corazón», es decir, en su memoria. En la época de traducción del texto original ya es influida por la leyenda de la estrella maravillosa la mente del traductor. La narración de la estrella deteniéndose procede, sin duda, de los Magos, que son quienes la han visto, pero su lenguaje científico no encuentra oyentes, y los hechos se propagan induciendo a error. Las fuentes anteriores al año 50 en este caso son de comunicación oral, con los errores consiguientes a un lenguaje no científico por añadidura.

En efecto, si observamos las posiciones de los planetas, dadas en el cuadro 12.1.4, vemos que el 8 de julio hace estación Saturno (22° 34’ Piscis), iniciando su movimiento retrógrado, y el 14 del mismo mes ocurre lo mismo con Júpiter (25° 00’ Piscis). Entre ambas fechas, el movimiento de los dos es prácticamente nulo (menor de 1’ de arco), conservándose la Conjunción de ambos que formaba el núcleo principal de la estrella vista en Oriente por los Magos. De aquí que la traducción correcta del texto desde un punto de vista técnico sería:

La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que, cuando llegaban al lugar en que se hallaba el niño, se paraba en lo alto.

Pero podemos averiguar aún algún dato más: el Sol sale el

día 11 de julio en la Latitud de Belén a las 5 h. 12 mm. (hora local)

y los crepúsculos empiezan: el astronómico a las 3,41 h. y el civil

a las 4,42 h. La culminación de la «estrella» o Conjunción en el

cenit del lugar ocurrió a las 4,24 h. aproximadamente, momento en

que se halla estacionaria por doble motivo: por estación meridiana

y por iniciar su movimiento retrógrado, y se halla estacionaria en el

cenit, es decir, «encima del lugar donde se hallaba el niño».

Si la caravana inició su marcha como de costumbre hacia las 3 de la mañana, en aquel momento estaba llegando a Belén (hora y media de camino), pues aún se puede ver la estrella en lo alto antes del amanecer.

La estrella los precede en su caminar hacia Belén porque se dirigen hacia el Sur, posición de aquélla antes de amanecer, y nótese que esta función de guía de la estrella no existe en ninguna otra parte del relato. Es lógico que viajen a esta hora, por dirigirse a lugar desconocido donde tienen que hacer indagaciones durante el día, buscar alojamiento, etc., y por el mismo calor de la estación.

 

60 Günter Schiwy, Iniciación al Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas), Sígueme, Salamanca, 1969, pág. 18.

 

La noticia exacta, en términos técnicos, que habrían dado los Magos a sus interlocutores será, por tanto:

La estrella que habían visto en Oriente los precedía en dirección Sur, hasta que, cuando llegaban al lugar en que habitaba el niño (Belén), era estacionaria en el cenit.

Podemos afirmar, por tanto, que llegaron a Belén una mañana de los días comprendidos entre el 8 y el 14 de julio del año 7 a. de C., según los anteriores datos.

8. Antes de llegar a Belén, los Magos hubieron de detenerse en Jerusalén, donde preguntaron:

¿Dónde está el rey de los judíos? Porque hemos visto su estrella

la indagación, simplificada al máximo en el relato, los lleva a buscar el lugar de inscripción de las actas de nacimiento, es decir, Jeru salén.

Los templos solían ser lugares de archivo en los templos antiguos, con funciones similares a las parroquias cristianas actuales en cuanto al bautismo. En ellos quedaban, al igual que en algunos templos o santuarios actuales (Lourdes, etc.), archivados los datos que consignaban los favores de la divinidad u otros de diversas clases. Sabemos, por ejemplo, que en Gades (Cádiz) había un tem plo dedicado a Minerva, con su archivo correspondiente 62, y en el templo de Esculapio se grababan en las paredes los sueños terapéuticos, de donde se podían sacar enseñanzas provechosas más tarde por otros médicos o pacientes: el mismo Hipócrates parece que aprendió gran parte de su ciencia en los archivos del templo de Cos, su ciudad natal. El templo de Jerusalén tenía su biblioteca y archivo, de cuya destrucción habla Josefo « en la guerra de los judíos del año 70, y en él estaban consignadas, en las «tablillas públicas», la genealogía de cada habitante israelita:

La existencia de las «tablillas públicas» no la pondrá nadie en duda. El historiador Josefo había tomado de allí su propia genealogía: «Refiero mi genealogía según la encuentro consignada en los cuadros públicos» (Vit. Jose fo. 1). Y el famoso rabino Hillel, contemporáneo de Jesús, se valía de igual medio para demostrar que, aunque pobre, era del linaje de David 64

Joaquín se constristó en gran manera y se fue al archivo de Israel, con intención de consultar el censo genealógico y ver si acaso había sido el único que no había tenido descendencia

Ya de antiguo, los libros sagrados marcaron la obligación de inscribir al niño desde la edad de un mes para arriba:

61 Mateo, 2.2.

62 Nicolás Díaz Pérez, España en sus monumentos (Extremadura), Daniel y Cortezo, Madrid, 1887, pág. 346.

63 Flavio Josefo, De bello judaico, 2. 427 y 6.6.3. Véase también Roderic Dunkerley, Más allá de tos evangelios, Plaza y Janés, Barcelona, 1966, pág. 75.

64 Mons. Bougaud, El cristianismo en los tiempos presentes, Editorial Litúrgica Española, Madrid, 1927, pág. 152.

65 Protoevangelio de Santiago. 1.3.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentario por Albirea el diciembre 4, 2012 a las 10:22am

Fascinante, enfin no sé como describirlo.

Con su erudicción y su sapiencia Demetrio Santos nos va llevando un  mundo mágico como si de una investigación del CSIC se tratara.

Por cierto en el 2006 lo escaneé y lo convertí en archivo word, para que el texto no se perdiera,

un trabajo que me costó bastantes días; 

A ver si alguien quiere seguir con ello.....

Gracias por subirlo aquí , Jose Luis

un saludo

albirea

Comentario por QUIQUE BÉRNIZ el diciembre 3, 2012 a las 5:35pm

Texto muy interesante.

Como en el otro artículo, recomiendo a todo el mundo este texto de Demetrio Santos. ¡Ah! por cierto, algunos textos de Demetrio ya cuestan mucho de conseguir porque no se han reeditado (creo, no sé si alguien conoce nuevas ediciones), por lo tanto: no esperéis mucho porque cuando se acaben...

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