El lado Oscuro de la Historia Jo.- ¿QUIENES SON LOS JESUITAS?... La Compañía de Jesús (Societas Jesu o Societas Iesu, S. J. o S. I.),

El lado Oscuro de la Historia Jo.- ¿QUIENES SON LOS JESUITAS?... La Compañía de Jesús (Societas Jesu o Societas Iesu, S. J. o S. I.), comúnmente conocidos como Jesuitas, es una orden religiosa de la Iglesia católica fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, junto con San Francisco de Javier, el Beato Pedro Fabro, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simão Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo en la ciudad de Roma, siendo aprobada por el Papa Pablo III. Con 17.637 miembros en enero de 2012 (sacerdotes, estudiantes y hermanos),1 es la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día. Su actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos. El primer Papa jesuita es el actual pontífice Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio. Aunque hayan sido necesarios 265 pontificados para que un jesuita —el recién nombrado Francisco I— fuera elegido como cabeza del catolicismo, la Compañía de Jesús —fundada por San Ignacio de Loyola en el siglo XVI— es una orden religiosa clave para entender la evolución histórica de la Iglesia. Su divisa 'Ad maiorem Dei gloriam' (en español, 'a la mayor gloria de Dios'), refleja la naturaleza de una institución cuyas principales señas de distinción, durante casi cinco siglos, han sido una minuciosa educación, el servicio a Dios, su refinada espiritualidad y la innegable vocación misionera. Hoy esta orden, exclusivamente masculina, cuenta con 17.637 sacerdotes en todo el mundo (a mediados de los años 60 del siglo XX eran 36.000) y una influencia política en el seno de la Iglesia que, si bien no alcanza a ser la de los viejos buenos tiempos de la Contrarreforma, sigue siendo fundamental. De garantes de la ortodoxia a su caída en desgracia Los jesuitas han disfrutado siempre de una fama ambigua, que fluctúa según quien los recuerde: heréticos, poderosos, elitistas, ortodoxos. Su abrumadora presencia en la Europa moderna fue tal que Voltaire —quien nunca fue lo que se dice piadoso en sus críticas al catolicismo— escribió, en una de las acotaciones de su Diccionario Filosófico, que "se ha hablado tanto de ellos, que después de haber ocupado la atención de Europa durante doscientos años, han acabado por aburrirla". La imponente Iglesia del Gesù en Roma, modelo de esa propaganda religiosa que los jesuitas manejaron con un virtuosismo adelantado a su época, es un testigo fiel de su poder espiritual y terrenal. La Compañía de Jesús se batió por el papado en más de un querella religiosa. Leal a Roma, la Compañía de Jesús ayudó, con su engrasado celo misionero, a la extensión del catolicismo en el Nuevo Mundo Leal a Roma, ayudó, con su engrasado celo misionero, a la extensión del catolicismo en el Nuevo Mundo (de Canadá, en el norte, a las polémicas misiones jesuíticas guaraníes de Uruguay, en el sur) y proporcionó argumentos teológicos renovados para hacer frente al cisma del protestantismo (la llamada Contrarreforma, que se desarrolló durante el siglo XVI). Con la progresiva separación del trono y el altar, el triunfo del Absolutismo y, sobre todo, la revolución llevada a cabo por las ideas ilustradas, los jesuitas cayeron en desgracia. De algunos países, como España, fueron expulsados (por mandato del monarca Carlos III, en el siglo XVIII) y el mismísimo Vaticano decretó, poco después, la supresión de la orden (por un edicto del papa Clemente XIV). Persecución, conversión, exilio... estas fueron entonces las opciones para la mayoría de los fieles de la orden, que no vio restablecida su antigua preeminencia hasta casi medio siglo después, aunque ya en un mundo — Revolución Francesa y Americana mediante— que jamás volvería a ser el mismo. Pérdida de influencia y adaptación a los nuevos tiempos Durante el siglo XX, y tras el Concilio Vaticano II, el gran movimiento de renovación interno de la Iglesia desde Trento, la Compañía de Jesús se adaptó a los nuevos tiempos de forma desigual. La disminución del número de vocaciones (un mínimo común denominador para todas las facciones del catolicismo) y el ascenso imparable de otras corrientes católicas —como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo— hicieron que su influencia, en líneas generales, disminuyera enteros. Pero hoy, 473 años después de su fundación, los jesuitas, de los que se puede decir que siempre han permanecido ahí, cuentan con una baza impagable para recuperar parte del prestigio perdido, un representante de excepción: el sumo pontífice número 266, Francisco I.

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Comentario por Fernando el marzo 15, 2013 a las 1:51pm

Muy buen articulo. aclaro algo" polémicas misiones jesuíticas guaraníes de Uruguay," estas misiones eran en Paraguay  y en Misiones, Argentina, no Uruguay. Es un problema de los guay.

Comentario por Mª YSABEL el marzo 14, 2013 a las 11:47pm

       A los jesuitas, siempre los ví en la 1ª línea, a la cabecera de cualquier tipo de proyecto nuevo que quisieramos llevar a cabo. De los 3 ó 4  que he conocido, todos me impresionaron por la misma característica: lo rotundos que son, lo decididos, me parecía a mi..., que no tenían dudas y que estaban siempre..., ¡de nuestra parte! (cuando era chica), que era lo que más me sobrecogía y al mismo tiempo, me deslumbraba de ellos. 

       ¡Gracias José Luis! Un abrazo. 

Comentario por Vicente Rausell Lillo el marzo 14, 2013 a las 11:11am

Muy buen artículo sobre la Compañía de Jesús (Jesuitas).

Un abrazo

Vicente

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