Este diseño simbólico, uno de los más fascinantes encontrados en toda la literatura

ocultista, retrata al Hombre Andrógino, una figura humana que posee dos cabezas –

una masculina,  la otra femenina.  Estas representan el  balance perfecto o equilibrio

entre las fuerzas masculina y femenina que actúan dentro del  organismo humano.

Cuando se haya logrado este equilibrio, será posible que el  hombre piense con el

corazón y ame con la mente. Pero esto no puede suceder hasta que el estado de desigualdad que ahora existe entre hombres y mujeres haya sido rectificado para que,  libres y sin temor, puedan ingresar, de la mano, al Templo de Luz.

     Por encima de la cabeza de la mujer se encuentra el símbolo de la Luna (que representa el Cósmico Femenino), y por encima de la cabeza del hombre se encuentra el símbolo del Sol (que representa el Cósmico Masculino). Presagiando este estado andrógino futuro de la humanidad, las dos  columnas  que  custodian  la  entrada  al  Templo  de  la  Masonería  Mística  son  intituladas  la Columna del Sol y la Columna de la Luna.

     La figura sostiene en una mano el Triángulo (compás), que representa la fuerza masculina y se correlaciona con el número Tres. En la otra mano sostiene una Escuadra, que representa la fuerza femenina y se correlaciona con el número Cuatro. La unión de estos dos números nos da Siete, que uno de los Números de Poder  de la ciencia cabalística,  y significa el  completo equilibrio, o el descanso después  de una larga  y ardua labor.  La Biblia ordena al  hombre trabajar  seis días y descansar en el séptimo día.

     La labor de alcanzar el  alto desarrollo simbolizado en la figura andrógina ha ocupado a la humanidad por el  término de Seis Razas-Raíz que surgen de la Cuarta Revolución del  Período Terrestre: Polar, Hiperbórea, Lemuriana, Atlante, la actual Aria o Quinta Gran Raza, y la próxima Sexta Gran Raza. La culminación de este Gran Trabajo será logrado por la Séptima Gran Raza, que no será realmente una "raza" como se entiende el término hoy, ya que las diferenciaciones raciales para entonces habrán llegado a su fin. Esta, la última y Séptima Raza, lleva la evolución humana a finalizar  el  Período Terrestre.  De esta manera,  sin saberlo, el  hombre obedece el  mandamiento bíblico de que trabaje seis días  que descanse en el séptimo día.

     Se ha de notar que el Andrógino espiritual se convierte en tal no de la manera de la carne mortal sino a través de poderes desarrollados del Espíritu doble que tiene su asiento en el cerebro.

     De aquí las dos cabezas, que significan el total o completo florecimiento de ambos hemisferios del cerebro. La Creación es a través de la Mente, el Amor, y la Palabra.

     Observamos además que el  Andrógino está parado sobre el  cuerpo de una enorme y feroz serpiente que indica que todas las fases de materialismo y sexualidad, y todos los otros atributos del hombre mortal, han sido elevados y transmutados en espíritu.

     Alrededor del Andrógino se disponen los cinco planetas de nuestro sistema solar como se lo conocía en la antigüedad, y al cual pertenece nuestra tierra. El horóscopo del hombre de hoy parece englobar aspectos tanto buenos como malos, pero esto se debe a las condiciones imperfectas del propio hombre. Todas las fuerzas planetarias son buenas, independientemente de su aspecto para la tierra,  y  cuando  el  hombre  se  haya  convertido  en  el  Andrógino  divino  experimentará  sólo influencias espirituales elevadas que emanan de las inteligencias planetarias porque habrá aprendido a sintonizarse con las armonías cósmicas y no hay nada en él que pueda responder negativamente a cuadraturas  y  oposiciones.

     Otros sistemas solares pueden no tener precisamente el  mismo número de disposiciones de planetas  como  el  nuestro  porque  sus  necesidades  evolutivas  son  diferentes,  pero  los  poderes microcósmicos representados por nuestros planetas están presentes a través del  universo, y esos poderes deben necesariamente crear algún canal a través del cual operar en áreas específicas.

     La perfecta unión de poderes cósmicos masculino y femenino, o principios,  constituye en términos bíblicos,  el  Matrimonio Místico. Cuando el  hombre logre este Matrimonio, poseerá la verdadera sabiduría espiritual,  que es la esencia y la nota clave del  planeta Mercurio. Este es el planeta cuyo símbolo aparece entre las dos cabezas de hombre-mujer.

     El Amor-como-poder es la expresión más elevada de Venus. En el Matrimonio Místico el Amorse convierte en el cumplimiento de la Ley.

L. L. G.·.

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