COMPARATIVA SOBRE LAS FECHAS DEL NACIMIENTO DE JESUS DE NAZARET Y LA ESTRELLA DE BELEN

A raíz de la publicación de los tres post:

https://astrologica.ning.com/profiles/blogs/antares-la-estrella-de-...,  

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https://astrologica.ning.com/profiles/blogs/antares-la-estrella-de-..., han sido publicados en esta misma página otros artículos que ofrecen fechas distintas a la que yo propongo como astrológicamente más probable.

Será prácticamente imposible que un día aparezca la partida de nacimiento de Jesús, pero ello tampoco debe ser motivo de gran preocupación porque un personaje tan especial como Jesús debería tenerla escrita en el cielo. Por ello, estoy convencido que la única forma de conocer el momento de su nacimiento es a través de la astrología o, por llamarlo de una manera más técnica y moderna, de la astro-arqueología.

Desde mi más profundo respeto a la figura de Demetrio Santos, considerado con todo merecimiento como uno de los mejores astrólogos del siglo XX, debo discrepar en varios de sus argumentos sobre este tema del nacimiento.

La fecha que propone, 1 de Marzo del 7 a.c., está basada, fundamentalmente, en lo que él denomina “la gran conjunción” de Piscis, es decir, un stellium de cinco planetas en el signo de los peces, stellium al que considera como algo infrecuente y extraordinario.

Asimismo, enfatiza, como algo que puede ser único, el hecho de la Neomenia (conjunción Sol-Luna) que se produce en el mismo signo de Piscis donde tiene lugar la conjunción entre Júpiter y Saturno.

Sin embargo, ninguna de las dos configuraciones citadas tiene nada de extraordinario, único, o infrecuente, ya que cada vez que Júpiter y Saturno se encuentran en el mismo signo donde realizan su conjunción, también se produce, al menos, una neomenia o conjunción Sol-Luna, y esto es algo que ocurre cada veinte años.

Y todas y cada una de las veces que acontece una conjunción de Júpiter con Saturno, al menos durante un mes, concretamente durante el mes que el Sol transita el signo donde se produce dicha conjunción, como mínimo se produce un stellium de cuatro planetas. Estos cuatro planetas son siempre Júpiter, Saturno, Sol y Luna, a los que se pueden añadir, y esto es lo más frecuente, cualquiera de los otros tres planetas conocidos en el mundo antiguo que faltan, en especial Mercurio y Venus, debido a la proximidad con la que “viajan” junto al Sol. Recordemos que la elongación máxima de Mercurio respecto al Sol es de 28º, y la de Venus es de 46º.

Como prueba de todo lo expuesto, veamos los stellium que se produjeron en las conjunciones de Júpiter con Saturno anteriores y posteriores a la del año 7 a.c., que como acabo de mencionar suceden cada veinte años.

En el año 27 a.c., el día 6 de Julio, stellium de cuatro planetas en el signo de Cáncer. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna)

En el año 46 a.c., el día 31 de Octubre, stellium de cinco planetas en el sigo de Escorpio. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Venus)

En el año 66 a.c., los días 21 y 22 de Febrero, stellium de cinco planetas, de nuevo en el signo de Piscis, (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Venus) curiosamente los mismos planetas de los stellium de los años  7 a.c. y 46 a.c., pero con una salvedad de mayor coincidencia porque la neomenia o conjunción exacta Sol-Luna en el grado 4º de Piscis se produjo al mismo tiempo que se producía la conjunción exacta de Júpiter con Saturno en el grado 12º de Piscis, estando situado Venus en el grado de su mayor exaltación, 27º grado de Piscis, por lo que la conjunción Júpiter-Saturno de ese año 66 a.c. fue más espectacular y debería haber tenido más trascendencia astrológica que la del año 7 a.c. para los astrólogos de la época. Sin embargo, no fue así y ello parece indicar que el simple hecho de un stellium no produce un nacimiento extraordinario como fue el de Jesús de Nazaret, de lo contrario, los magos persas deberían de haber realizado un fatigoso viaje cada veinte años.

No menos significativas deberían haber sido las conjunciones posteriores a la del año 7 a.c.

En la del año 14 d.c., concretamente el 8 de Noviembre, hubo un stellium de seis planetas en el signo de Escorpio. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Venus, Mercurio)

El siguiente stellium del 1 de Agosto del año 34 d.c. fue de cinco planetas en el signo de Leo. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Mercurio)

Así podríamos seguir, uno tras otro, hasta los dos últimos que se han producido en nuestros días.

El 8 de Septiembre de 1980, stellium en el signo de Virgo de cinco planetas. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Mercurio)

Y el 3 de Mayo del año 2000, hubo un espectacular stellium de los siete planetas dentro del signo de Tauro. (Júpiter, Saturno, Sol, Luna, Marte, Venus, Mercurio)

A la vista de todos estos datos se podría concluir que el stellium de Marzo del año 7 a.c. no fue el motivo astrológico que llevó a aquellos astrólogos persas hasta Judea, porque como hemos comprobado dichos stellium no tienen nada de extraordinarios, ya que se producen cada veinte años.

Además de todo lo anteriormente expuesto, en el aporte de José Luis Carrión sobre el trabajo de Demetrio Santos también figura una cronología, un orden temporal de los hechos que se sucedieron tras el nacimiento de Jesús, y unas atribuciones a varios personajes que no concuerdan con la realidad que nos presentan los evangelios apócrifos de la infancia.

Desde la salida de Nazaret de José y María hasta la huida de toda la familia a Egipto, pasando por la adoración de los magos, la circuncisión de Jesús, el asesinato del gran sacerdote Zacarías, padre de Juan el Bautista, la presentación del niño en el templo, la traición de Begor y la matanza de los inocentes, entre otros sucesos; los evangelios apócrifos de la infancia nos dicen lo siguiente:

Aparte de presentarse al censo ordenado en aquel tiempo por el emperador Augusto, el verdadero motivo de su salida de Nazaret fue evitar el ridículo y las burlas de los vecinos de aquella ciudad hacia José, conocedores de que éste no podía ser el padre de la criatura que esperaba María.

Más adelante, cuentan estos evangelios que los sacerdotes persas llegaron a Jerusalén tres días después del nacimiento de Jesús, y que una vez informados de la profecía de Miqueas de que el nuevo rey de los judíos tendría que nacer en Belén, partieron hacia allí y encontraron al recién nacido en una cueva próxima a Belén.

Permanecieron acampados otros tres días junto a la cueva, comprobando signos y señales en el hijo de María para saber si Jesús era el niño especial que andaban buscando. Una vez convencidos de que lo habían hallado le hicieron grandes regalos, entre ellos, monedas de oro con las que José y su familia pudieron proveerse durante una buena temporada de todo lo necesario para su supervivencia. Después, decidieron regresar a su país sin avisar a Herodes.

Es muy natural que los pastores de la zona, al ver el campamento de los sacerdotes persas instalado en el mismo lugar durante tres días, sintieran curiosidad y se acercasen a ver que estaba sucediendo. Aquí debemos hacer una distinción entre los propietarios de las ganaderías, que posiblemente tuviesen rango aristocrático, y los pastores, es decir, las gentes que conducían las reses a los pastos, trabajadores asalariados cuyo conocimiento astrológico se supone mínimo, con la probable excepción del dominio de las fases lunares y su influencia en el ganado.

Siguen narrando estos evangelios que a los ocho días de nacer Jesús, José subió a Jerusalén y trajo de allí a un hombre llamado Joel para que le practicara al pequeño Jesús la circuncisión, tal y como ordenaba la ley judía.

Mientras tanto, Herodes había iniciado una investigación para conocer quién podía ser el recién nacido que estaba causando tanta expectación, y su “policía”, tal vez por el extraño, tardío y especial embarazo de Isabel (Debemos recordar que Isabel era una mujer anciana y estéril, por lo que su concepción pudieron considerarla como milagrosa), llegó a la conclusión que era Juan, el hijo de Isabel y del Gran Sacerdote Zacarías, el que estaba destinado a reinar sobre la tierra de Judea.

Herodes ordenó a Zacarías que llevase a su hijo a palacio para conocerlo, pero en vez de esto envió un emisario a su mujer Isabel, para que huyese con el pequeño Juan y se ocultasen en algún lugar seguro.

Cuando Zacarías desobedeció por tercera vez el requerimiento de Herodes, éste último envió sicarios al templo de Jerusalén y asesinaron a Zacarías.

Siguen diciendo las escrituras que, cuarenta días después del nacimiento, José tomó en secreto a María y a Jesús, y subieron a la ciudad de Jerusalén para efectuar el ritual de purificación de María y, a la vez, hacer la presentación del niño a los sacerdotes.

El Gran Sacerdote Simeón, persona ya muy anciana que había sustituido en el cargo al recién asesinado Zacarías, fue informado por José del nacimiento especial de Jesús, tomó al niño en brazos y lo bendijo. Dicen esos escritos que Simeón murió cuarenta días después de bendecir a Jesús.

Siguiendo con la narración cronológica de los hechos, uno de estos evangelios dice lo siguiente:

“Y continuaron los tres viviendo hasta el comienzo de otro año en Belén, cuando un hombre impío de esta localidad, llamado Begor, fue a prevenir al perverso rey Herodes, y le hizo el siguiente relato: Los magos que enviaste a Belén, y a quienes ordenaste que pasasen a verte antes de abandonar Judea, no han vuelto, sino que, habiendo ido allá abajo, y habiendo encontrado a un niño recién nacido, del que se decía que era hijo de rey, le han ofrecido profusión de presentes que consigo llevaban, y han regresado a su tierra por otro camino.”

 

Fue entonces cuando Herodes se sintió engañado por los sacerdotes persas, y montó en cólera, ordenando a continuación que se pasase a cuchillo a todos los niños menores de dos años en Belén.

 

Herodes ordenó matar a todos los niños menores de dos años para asegurarse de que Jesús estaba entre ellos.

 

Por lo tanto, según estos evangelios de la infancia, sabemos que los sacerdotes persas  llegaron a Judea cuando Jesús, prácticamente, acababa de nacer, y lo que conocemos como la degollación de los inocentes se produjo casi un año más tarde.

 

 

Cuando los mercenarios de Herodes regresaron a Jerusalén, José y su familia huyeron desde Belén hasta Ascalón, ciudad situada a orillas del mar Mediterráneo, quizá, con la idea de embarcar para ir a Egipto, pero, algo lo debió impedir, y regresaron tierra adentro hasta Hebrón, dónde residieron ocultos medio año. Herodes tuvo noticias de que en Hebrón podía estar el niño-rey que buscaba, y ordenó que se apoderasen de Jesús, pero, María y José supieron la noticia, y lograron huir a tiempo; y por la llanura de Tanis entraron en Egipto, donde recorrieron varias ciudades.

 

Gracias a estos evangelios también conocemos el exilio de toda la familia en Egipto y más tarde en Siria; y que Jesús pisó Nazaret por vez primera a la edad de doce años, José, “su padre” murió seis años más tarde, es decir, en el año 12 d.c., cuando Jesús contaba con dieciocho años.

 

(Toda la información sobre la vida de Jesús expuesta en este artículo está extraída del libro “Jesús de Nazaret, a través de todos los evangelios” ISBN 978-84-614-0296-0)

 

En cuanto al aporte de Wilson Roman sobre investigaciones realizadas por el astrónomo David Reneke, discrepo en dos puntos básicos, el primero es que las conjunciones de Venus con Júpiter solamente se pueden apreciar con su mayor intensidad durante un día, debido a la mayor velocidad de traslación de Venus, y ese no es un evento que haga iniciar un viaje de 1500 kilómetros, sobre todo porque las conjunciones de Venus con Júpiter se producen todos los años.

 

Y el segundo punto y fundamental es que la fecha que propone el citado astrónomo (año 3 a.c.) no se sostiene ya que Herodes había muerto un año antes y, por lo tanto, Jesús no pudo nacer después de la muerte de Herodes.

 

Si defendemos que la astrología es verdad y, si hacemos nuestro el axioma “como es arriba es abajo”, el nacimiento de un personaje tan extraordinario como Jesús de Nazaret tuvo que estar marcado por una configuración astrológica extraordinaria, y la única configuración extraordinaria que tuvo lugar en aquella época sucedió en un preciso momento de aquel día 19 de Agosto del año 7 a.c.

 

 

Saludos.

 

José Antonio Cardona

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