Sisebuto, el monarca godo que estudió las estrellas elmundo.es

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Sisebuto, el monarca godo que estudió las estrellas 

Poco conocemos de este rey que gobernó Hispania desde 612 hasta 621. Sí se sabe que durante su reinado se produjo un florecimiento cultural que llevó al propio Sisebuto a cultivar las letras y las ciencias. Pero pasó a la Historia como el instigador de la primera persecución contra los judíos.
 

Por Juan Antonio Cebrián


Este monarca del siglo VII fue un hombre culto, refinado y con curiosidad por lo que le rodeaba, cualidades que le permitieron mantener una cordial relación con el gran sabio de la época, San Isidoro de Sevilla.

Como ocurre con casi todos los reyes godos, ignoramos la fecha y lugar de nacimiento de Sisebuto, si bien su posición social en el momento de asumir la corona —en febrero de 612— nos invita a pensar que pudo venir al mundo en Toledo, la gran capital visigoda.

Sucedió en el trono al fallecido rey Gundemaro por elección de la aristocracia, siguiendo la costumbre germánica que impedía el establecimiento de dinastías familiares. Muy pronto, se tuvo que enfrentar a diferentes problemas internos. Uno de ellos desembocó en la primera persecución oficial contra los judíos en Hispania.

Sisebuto promulgó, el 1 de julio de 612, la polémica ley antihebrea. Miles de semitas pobladores de 200 juderías hispanas se vieron afectados por distintas medidas represivas que pusieron en jaque su presencia en la península Ibérica; lo que supuso un problema para la sociedad del momento, ya que muchos ocupaban puestos de relevancia en oficios fundamentales para una buena estructuración del Estado.

Pero no todo fue tristeza en esos años de hostigamiento religioso. Sisebuto también mostró querencia por las bellas artes. Él mismo se preocupó de cultivarlas y fomentarlas. Llegó a ser un buen escritor, como demostró en su hagiografía dedicada a la vida de San Desiderio, asunto que acercó su personalidad a la de Isidoro de Sevilla.

El erudito y futuro santo no se mostraba conforme con el edicto contra los judíos, limitándose a aceptar la política de hechos consumados del gobierno. A pesar de esta desaprobación, Isidoro y Sisebuto congeniaron tanto que el obispo de las "Etimologías" le dedicó uno de sus libros, "De Rerum Natura", obra que trataba aspectos físicos y cosmográficos.

Al rey debió de interesarle mucho la ciencia, pues en una expedición contra los astures y vascones escribió un poema que envió a Isidoro con una cariñosa dedicatoria. La composición, titulada Astronomicon, constaba de 55 versos hexámetros latinos. El texto se basaba en los eclipses que, entre 611 y 612, se pudieron ver en la península Ibérica. Estos fenómenos del cielo atrajeron a las gentes poco romanizadas hacia el paganismo con la consiguiente preocupación de la Iglesia y del gobierno.

El ilustrado monarca no descuidó el escenario militar. En sus primeros años de reinado sofocó revueltas de las tribus norteñas y encabezó una operación de desembarco en Cantabria, donde luchó contra los rebeldes nativos con resultado incierto. Más beneficios obtuvo de la campaña lanzada contra los bizantinos que ocupaban, desde el siglo anterior, algunas tierras hispanas.

En ese sentido, Suintila, su mejor general, consiguió exitosos avances, llegando a tomar las ciudades de Málaga y Cartago Nova (Cartagena), con lo que los movimientos bizantinos quedaron limitados al Algarbe (actual Portugal) y a su presencia en las islas Baleares. Asimismo, el militar godo, según algunos historiadores, puso pie en tierras africanas haciéndose con el control de Ceuta, aunque esa posibilidad ha sido cuestionada por otros.

Sea como fuere, la guerra entre orientales y visigodos culminó con la firma de la paz, y permitió a Sisebuto dedicarse plenamente a lo que más le interesaba: las materias del saber con preferencia por las disciplinas astrológica y astronómica. En todo caso, este soberano ha pasado a la Historia como uno de los exponentes más radicales de la intransigencia católica frente al judaísmo, intentando que toda la población de su reino practicara la fe de Cristo y no otras consideradas como herejías pecaminosas.

La arquitectura de ese periodo es bastante pobre, pero cabe atribuirle la inauguración, el 26 de octubre de 618, de la basílica dedicada a Santa Leocadia, futura sede de cuatro concilios toledanos.

Su muerte, como la de la casi todos los reyes visigodos, es objeto de polémica. Unos cronistas defienden la causa natural, pero la opinión más extendida es que Sisebuto fue envenenado por una intriga palaciega encabezada por el duque Suintila —su otrora disciplinado general y leal amigo—, quien aspiraba sin recato al trono hispano.

El óbito real tuvo lugar en Toledo, en febrero de 621, siendo enterrado con honor y dejando a los nobles la difícil tarea de elegir al rey más conveniente para todos. Por supuesto, el designado fue Suintila, quien se encargó de seguir persiguiendo obstinadamente al sufrido pueblo judío, una costumbre que no cesaría hasta 1492, cuando más de 150.000 hebreos se vieron obligados a abandonar, para siempre, su querida Sefarad.



Poco conocemos de este rey que gobernó Hispania desde 612 hasta 621. Sí se sabe que durante su reinado se produjo un florecimiento cultural que llevó al propio Sisebuto a cultivar las letras y las ciencias. Pero pasó a la Historia como el instigador de la primera persecución contra los judíos.
 

Por Juan Antonio Cebrián


Este monarca del siglo VII fue un hombre culto, refinado y con curiosidad por lo que le rodeaba, cualidades que le permitieron mantener una cordial relación con el gran sabio de la época, San Isidoro de Sevilla.

Como ocurre con casi todos los reyes godos, ignoramos la fecha y lugar de nacimiento de Sisebuto, si bien su posición social en el momento de asumir la corona —en febrero de 612— nos invita a pensar que pudo venir al mundo en Toledo, la gran capital visigoda.

Sucedió en el trono al fallecido rey Gundemaro por elección de la aristocracia, siguiendo la costumbre germánica que impedía el establecimiento de dinastías familiares. Muy pronto, se tuvo que enfrentar a diferentes problemas internos. Uno de ellos desembocó en la primera persecución oficial contra los judíos en Hispania.

Sisebuto promulgó, el 1 de julio de 612, la polémica ley antihebrea. Miles de semitas pobladores de 200 juderías hispanas se vieron afectados por distintas medidas represivas que pusieron en jaque su presencia en la península Ibérica; lo que supuso un problema para la sociedad del momento, ya que muchos ocupaban puestos de relevancia en oficios fundamentales para una buena estructuración del Estado.

Pero no todo fue tristeza en esos años de hostigamiento religioso. Sisebuto también mostró querencia por las bellas artes. Él mismo se preocupó de cultivarlas y fomentarlas. Llegó a ser un buen escritor, como demostró en su hagiografía dedicada a la vida de San Desiderio, asunto que acercó su personalidad a la de Isidoro de Sevilla.

El erudito y futuro santo no se mostraba conforme con el edicto contra los judíos, limitándose a aceptar la política de hechos consumados del gobierno. A pesar de esta desaprobación, Isidoro y Sisebuto congeniaron tanto que el obispo de las "Etimologías" le dedicó uno de sus libros, "De Rerum Natura", obra que trataba aspectos físicos y cosmográficos.

Al rey debió de interesarle mucho la ciencia, pues en una expedición contra los astures y vascones escribió un poema que envió a Isidoro con una cariñosa dedicatoria. La composición, titulada Astronomicon, constaba de 55 versos hexámetros latinos. El texto se basaba en los eclipses que, entre 611 y 612, se pudieron ver en la península Ibérica. Estos fenómenos del cielo atrajeron a las gentes poco romanizadas hacia el paganismo con la consiguiente preocupación de la Iglesia y del gobierno.

El ilustrado monarca no descuidó el escenario militar. En sus primeros años de reinado sofocó revueltas de las tribus norteñas y encabezó una operación de desembarco en Cantabria, donde luchó contra los rebeldes nativos con resultado incierto. Más beneficios obtuvo de la campaña lanzada contra los bizantinos que ocupaban, desde el siglo anterior, algunas tierras hispanas.

En ese sentido, Suintila, su mejor general, consiguió exitosos avances, llegando a tomar las ciudades de Málaga y Cartago Nova (Cartagena), con lo que los movimientos bizantinos quedaron limitados al Algarbe (actual Portugal) y a su presencia en las islas Baleares. Asimismo, el militar godo, según algunos historiadores, puso pie en tierras africanas haciéndose con el control de Ceuta, aunque esa posibilidad ha sido cuestionada por otros.

Sea como fuere, la guerra entre orientales y visigodos culminó con la firma de la paz, y permitió a Sisebuto dedicarse plenamente a lo que más le interesaba: las materias del saber con preferencia por las disciplinas astrológica y astronómica. En todo caso, este soberano ha pasado a la Historia como uno de los exponentes más radicales de la intransigencia católica frente al judaísmo, intentando que toda la población de su reino practicara la fe de Cristo y no otras consideradas como herejías pecaminosas.

La arquitectura de ese periodo es bastante pobre, pero cabe atribuirle la inauguración, el 26 de octubre de 618, de la basílica dedicada a Santa Leocadia, futura sede de cuatro concilios toledanos.

Su muerte, como la de la casi todos los reyes visigodos, es objeto de polémica. Unos cronistas defienden la causa natural, pero la opinión más extendida es que Sisebuto fue envenenado por una intriga palaciega encabezada por el duque Suintila —su otrora disciplinado general y leal amigo—, quien aspiraba sin recato al trono hispano.

El óbito real tuvo lugar en Toledo, en febrero de 621, siendo enterrado con honor y dejando a los nobles la difícil tarea de elegir al rey más conveniente para todos. Por supuesto, el designado fue Suintila, quien se encargó de seguir persiguiendo obstinadamente al sufrido pueblo judío, una costumbre que no cesaría hasta 1492, cuando más de 150.000 hebreos se vieron obligados a abandonar, para siempre, su querida Sefarad.

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